Sé que no es una de las amistades más grande como Delena, pero que mis dos ídolas sean amigas y se lleven a la perfección me hace sonreír. Os amo.
Nunca es tarde para corregir los errores.
jueves, 27 de junio de 2013
miércoles, 22 de mayo de 2013
CAPÍTULO 10 ‘¿Nunca te cansarás de insistir?’
CAPÍTULO 10 ‘¿Nunca te cansarás de insistir?’
Abrí el armario y saqué unos pitillos negros y una camiseta
azul marina, mis converse azules y mi chaqueta negra a conjunto con los
pantalones. Entré al aseo y me cambié, pero, en el momento en el que me vi
reflejada al espejo, volví a verme gorda, como de costumbre. No pude evitarlo, tenía
que hacerlo. Me agaché, incliné mi cabeza hacia el retrete, dirigí mis dedos
índice y corazón hacia mi boca y, lo hice, volví a la rutina. Al terminar de
vomitar y lavarme los dientes, para, así, disimular el olor a vómito, salí del
baño, ya peinada y vestida, y encontré a mi hermana.
- ¿Qué has hecho Alexa?
- Lo siento, no pude evitarlo…- Contesté mirando al suelo.
- Me prometiste que no volverías a hacerlo, no lo has
cumplido.- Me dijo gritando.
- Lo siento, Kristen, de verdad. Pero no te pongas así, por
favor.
- No, es que como vuelvas a incumplirlo volverás con papá y
mamá.- Siguió con el mismo tono de voz de antes.
- Kristen, sabes que no me puedo contener…- Respondí ya algo
más agobiada.
- ¡Me da igual! Y no me contestes.
¿Qué le pasaba? ¿Por qué se había puesto tan agitada de
repente? ¿Y encima conmigo? La miré bien a los ojos y noté que los tenía muy
irritados, rojos e hinchados, ¿por qué? Ni idea, pero no era normal en Kristen,
además estaba demasiado nerviosa.
- Kristen… ¿Te pasa algo?- Pregunté insegura.
- ¿A mí? No, nada, simplemente que tengo una hermana que me
ignora y no me hace caso.- Su todo de voz seguía siendo muy elevado.
- Kristen, te estás pasando…- Dijo con mis ojos ya aguados.
- Solo digo la verdad.
Me estaba haciendo daño, así es que, cogí mi bandolera con
mis libros y la ropa de gimnasia, ya que hoy tenía, y salí corriendo de casa.
Una vez ya fuera, Marc me estaba esperando,- que pronto ha
llegado- pensé. Entonces miré mi reloj y no es que hubiese llegado pronto, sino
que, mientras yo discutía con mi hermana, el tiempo había volado.
Me sequé las lágrimas antes de subir al coche y luego me
dirigí a él. Monté y le di dos besos.
- Buenos días.- Dije intentando sonreír.
- Buenos días.- Sonrió.
Arrancó el coche y yo miré al frente. Una última lágrima
cayó por mi mejilla y, por desgracia, él la vio caer.
- ¿Estás llorando, Alexa?
Se me daba bien mentir, pero cuando estaba mal, como ahora,
me era imposible.
- Eh… No… Es que me llora este ojo.- Improvisé como pude,
aunque se notó que era una mentira y, encima, de las malas.
Por suerte, él se dio cuenta de que no iba a querer hablar
del tema y dejó de hablar.
Llegamos al instituto en poco tiempo, bajé del coche y le
agradecí que me hubiera traído, pero no dije nada más. Me despedí y pasé dentro
del recinto.
Sophie vino enseguida hacia mí.
- Vaya, hoy has venido con ese chico.- Comentó mientras
jugueteaba con su pelo.
- Sí, bueno, se ofreció a traerme.
- Entonces, entre Bieber y tú, ¿ya no hay nada?
Su pregunta me dejó confusa, ¿qué quería decir?
- Eh… Bueno, entre Justin y yo no hubo nunca nada, así que…
- Bueno, quizás por tu parte no hubiese nada, pero Justin
tenía intenciones de algo, se notaba demasiado.
¿Por qué siempre me sacaba el tema de Justin? No había día
que no me hablase de él y de mí. Al final Nicole acabaría por tener razón,
Sophie estaba más que obsesionada con ese chico.
- Pues no sé, Sophie. En fin, yo me voy a clase, no quiero
llegar tarde.
Me escabullí rápidamente, siento decirlo, pero Sophie en
ocasiones era demasiado pesada con este tema.
[…]
La mañana pasó como siempre, lenta. Aparte de odiar el
instituto, cuando ya empezaba mal el día, lo odiaba más aún.
Ahora, tan solo me quedaba gimnasia, y bueno, la hora de
castigo. Dichoso castigo.
Sonó el timbre y me dirigí al gimnasio, dejé mi bandolera y
pasé a los vestuarios a cambiarme. Me puse unas mallas negras y una sudadera
azul, también.
Salí y me estaba esperando toda la clase para dirigirnos a
la pista exterior. Una vez ya fuera, hacía sol, eso me gustaba, ya que me
alegraba el día, o algo así, verlo resplandeciente.
El profesor fue al gimnasio a por no sé que, la verdad es
que no le había prestado mucha atención a lo que había dicho durante estos
quince minutos escasos de clase. Miré a mi alrededor, y me sorprendí; estaba
Marc, con otra clase haciendo gimnasia. Que casualidad que tuviésemos a la
misma hora esta asignatura. Ahora mismo se encontraban corriendo alrededor de
la pista de atletismo, y, justo en el momento que Marc pasó por delante de mí, alzó
la mano en forma de saludo y me sonrió dulcemente. No pude resistirme y sonreí
algo tonta.
El profesor volvió e iniciamos la clase. Lo primero fue dar
diez vueltas alrededor de la pista, como calentamiento. Era la primera vez que
no me importaba correr, ahora podría hablar con Marc. Enseguida me coloqué al
lado del susodicho y sonreí.
- Hola.- Comencé diciendo.- Siento haber sido tan fría esta
mañana, no empecé bien el día.- Me disculpé.
- No importa, no siempre tenemos un buen día.- Respondió
amablemente.
Sonreí y continué el ritmo de carrera. Marc y yo continuamos
hablando era muy simpático y me hacía reír cosa que provocaba que me entrase
flato. Entonces, Justin, no sé porque, nos tuvo que interrumpir pegándole un
empujón a Marc y echándolo fuera de la pista.
- ¿Estás tonto? ¿Por qué has hecho eso?- Grité enfurecida.
- Deberías agradecérmelo, solo te defiendo, nena.- Sonrió
chulesco y me adelantó.
Cuando ya habíamos terminado de dar las diez vueltas, el
profesor nos mandó ejercicios para estirar los músculos.
Nos situamos en un lado de la pista dejando que la clase de
Marc pudiese continuar corriendo. Empecé a estirar y de pronto noté como
alguien daba una leve palmada en mi culo, me volví atrás y no había nadie, pero
de pronto vi a Justin y sus amigos mirándome y riendo. Terminamos estos
ejercicios y el Sr. Lewis, profesor de gimnasia, nos dividió en dos equipos,
pues íbamos a jugar un partido de fútbol. Odiaba tener que jugar al fútbol, se
me daba fatal, la única parte buena es que, hoy, no me había tocado en el
equipo de Bieber, menos mal.
Comenzamos el partido, se suponía que yo era defensa, así es
que me quedé en el área de nuestro campo y no hice nada. De pronto Justin se
acercó a mí y se situó en frente mía.
- ¿Qué haces aquí, idiota?- Pregunté molesta.
- Mi equipo me ha dicho que he de defenderte.- Respondió
risueño.
- ¿Y tú haces caso a la gente de tu equipo? Si no lo veo no
lo creo.- Reí irónica.
- Para mi esto también es un sufrimiento, eh.- Me miró y se
mordió el labio inferior.- Pero sé que te encanta que sea yo quien te
defienda.- Sonrió.
- Mira, mientras solo sea defenderme te dejaré pero como
intentes alguna otra cosa te enterarás Bieber.
- Me gusta cuando me llamas Bieber.- Me guiñó un ojo.
Siguió el partido y, como ya había imaginado, Justin no solo
me estaba defendiendo. No me dejaba en paz, no para de tocarme el culo, de morderse
el labio inferior y, finalmente, me susurraba cosas al oído. Cosas de las que
no me quise enterar, porque, seguramente, fuesen tonterías y no harían más que
ponerme nerviosa.
Acabó el partido, estaba demasiado acalorada y, por lo visto
Justin también. El rubio estaba sudando, se quitó la camiseta y, madre de Dios,
dejó a ver su perfectísimo torso. Sería un auténtico imbécil y un chulo, pero
de feo no tenía nada. Creí que ya nos podríamos ir a los vestuarios, pero
Justin tuvo que decir la última palabra. Se acercó a mí, rodeó mi cintura y me
susurró al oído:
- Si quieres,- sus labios fueron curvándose hasta formar una
pícara sonrisa- nos podemos duchar juntos.
Cuando terminó la frase le miré con algo de desprecio, pero
tampoco mucho, y, entonces, lo aparté de mí de un empujón.
Mientras volvía, ya sola, al gimnasio volví a encontrarme
con Marc.
- Por lo que he visto, el fútbol no es tu pasión.- Me dijo
riendo.
- No, ya ves que no. Nunca me ha gustado.- Reí con él.
Entonces, al mismo tiempo que reíamos, un balón de fútbol
impactó en la cara de Marc. Miré en dirección de donde había prevenido, y, como
no, había sido Justin. Estaba riéndose tranquilamente. Cuando me volví a girar
para preguntarle a Marc como estaba ya se había marchado, mierda.
Me dirigí al vestuario y me cambié. Ahora ya no iba sudada y
volvía a vestir con la misma ropa que me puse esta mañana.
Fui a la sala de castigos, de nuevo. Me senté en una mesa y
esperé a la demás gente que estaría castigada, ya que faltaban diez minutos
para que se cumpliese la hora de inicio.
Ya era la hora, y, no había entrado nadie más. Esta vez
estaba sola. No sabía si alegrarme o no por el hecho de que no hubiera ninguna
otra persona.
Al fin, después de una hora, salí del instituto. Mierda, hoy
no había traído el coche por el hecho de que Marc me trajese. Mi casa, mejor
dicho, la de mi hermana no estaba muy lejos, pero hoy no tenía ganas de andar. De
pronto, oí un motor. Un motor inconfundible. Miré atrás y era él, Bieber. ¿No
se cansaría de insistirme?
Al hacerme esa pregunta recordé lo del otro día.
[Flash-back]
- Que no, Justin, que no. ¿Por qué insistes? Puedes tener a
la que quieras de esas guarras, ¿por qué vas a por mí?
- No sé. Eres difícil, bueno eso es lo que quieres
aparentar. Y además eres una pija de California, quiero probar cosas nuevas. El
día que menos lo esperes tú estarás entre mis sábanas o yo entre las tuyas, lo
que prefieras.- Me guiñó un ojo.
[Fin del flash-back]
- ¿Te llevo a casa? Tú príncipe azul no te esperó.- Me dijo
parando a mi lado.
- No soy tonta, sé volver sola, eh.
- Venga, sube. No te haré nada, solo será un paseo.
- Que no.
Me volví y eché a andar en dirección a mi casa.
***
Siento muchííííííííísimo haber tardado en subir, enserio.
Espero que os haya gustado, jo y perdonadme, por fi.
En fiiiiiiiiin, lo único que os pido es que comentéis
extenso, es decir, que me digáis vuestra opinión del capítulo, de la novela en
general, si veis fallos que me los digáis y cosas así, es que cuando recibo
comentarios de esos me entra una motivación muy asadsadasf y escribo más
rápido.
Ale, gracias por leer, os quiero<3
domingo, 14 de abril de 2013
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 9
Lunes de nuevo. Asco de fin de semanas, ¿por qué tenían que
pasar tan rápido?
Me levanté adormilada, al bajar a la cocina encontré a mi
hermana.
- ¿Qué haces levantada tan pronto?- Pregunté sorprendida.
- Tienes que desayunar algo.
- Oh, no. Kristen, sabes que no puedo.
- Tienes que hacerlo. Aunque sea tan solo una manzana.
Al final opté por hacerle caso. Una manzana tampoco era
mucho, ¿no?
Una vez ya había desayunado me vestí y pasé al baño.
- Por lo que más quieras no vomites, Alexa.- Dijo mi hermana
detrás de la puerta.
No quería decepcionarla, por eso, conseguí reprimir las
ganas de vomitar y, al final, conseguí no hacerlo. Pero, aún así, no me sentía
completamente bien. Tenía una extraña sensación en mi cuerpo. Pues desde hacía
seis meses mi rutina de cada mañana era vomitar, y, esta vez, había conseguido
no hacerlo. Sé que no es un gran logro, pero por algo se empieza.
Cogí mi coche y me dirigí al instituto. A primera hora me
tocaba tecnología. Aún no conocía al profesor de esta asignatura, pues la
semana pasada estuvo malo y no vino a las clases.
Entré en el aula donde me tocaba la clase, por suerte Justin
no estaba en esta clase conmigo. Pero, ¿a qué no adivináis quien estaba?
- ¿Marc?
- Oh, tú eres la chica que me tiro las cosas al suelo, ¿no?-
Dijo serio.
- Sí… Eh… Yo lo siento, fue sin querer.- Dije avergonzada.
- No importa, mujer.- Rió.- Tú eras Alexandra, ¿no?
- Sí.- Sonreí.
- Pues que casualidad que vayamos al mismo instituto.
- Y que lo digas.- Reí.- Bueno, yo me voy que el profesor
vendrá ahora mismo.
- Si quieres, puedes sentarte a mi lado.- Sonrió.
- Bueno, la verdad es que sería más agradable, ya que no
conozco a nadie de los que van a esta clase.
- Pues siéntese, señorita.- Reímos.
Marc era un chico simpático, estuvimos hablando mientras el
profesor daba clase y, la verdad, tenía algo distinto a los demás. Mientras
hablábamos me miraba a los ojos, no a otro más abajo como otros. Al decir eso,
se me vino a la mente Justin. ¿Por qué no había día que no pensase en él? No me
gustaba, me daba asco, por así decirlo. Pero aún así solía estar en mi cabeza.
Terminó la clase, se me pasó demasiado rápida y, por
desgracia, no tenía ninguna otra clase en la que Marc y yo coincidiésemos.
Mierda.
[…]
Fui a la cafetería. Me senté como de costumbre al lado de
Sophie. Quería preguntarle sobre lo que me dijo Nicole, pero, ¿y si Nicole
mentía y Sophie pensaba que no confiaba en ella? – Mejor estate callada,
Alexa.- pensé. Y así hice, estuve callada.
Miré a mi alrededor a ver si encontraba a Marc, pero no lo
veía por ningún lado.
- Si buscas a Bieber, está en una mesa al fondo.- Me dijo
Sophie.
- Oh, no. No lo busco a él.
Pero, al terminar de decir esa frase me giré a mirarlo. ¿Por
qué tuvo Sophie que nombrar a Justin? No me acordaba de él, y, ahora, gracias a
ella volvió a mi mente.
Estaba como siempre, con sus amigos, rodeado de chicas y con
esa sonrisa en la cara.
Se dio cuenta de que le estaba observando y él me miró. Aparté
la mirada de él y volví a mirar a Sophie.
- Yo me voy ya. Nos vemos en la próxima clase, Sophie.
Me levanté de la silla y comencé a andar. Iba distraída,
como de costumbre, y volví a chocar contra alguien.
- Vaya, veo que lo tuyo son los choques.- Rió.
Alcé la mirada, era él, Marc.
- Lo siento.- Reí.- Iba distraída, otra vez.
- No importa. ¿Qué clase tienes ahora?
- Historia, ¿y tú?
- Física. Que pena que no coincidamos, sonrió.
- Ya, bueno, aunque yo me tengo que quedar una hora más,
estoy castigada.
- ¿Enserio? Yo también.
- Vaya. Que malos somos.- Reí.
- Eso parece.- Sonrió.- Bueno, me voy. Te veo en la sala de
castigos.
Terminó la frase y se fue.
Bueno, Alexa, mira la parte buena; al menos ahora lo tienes
a él en la sala de castigos. No estás sola.
Ese pensamiento me hizo sonreír.
Tocó la campana, me dirigí a clase. Historia, en parte me
gustaba. Me parecía interesante conocer todo lo anterior a nosotros, pero esta
vez estaba impaciente porque se acabara y comenzara la hora de castigo.
Y mi petición se hizo realidad, la clase pasó rápido. Ahora
ya podía ir a la sala de castigos.
Fui directa hasta el aula donde era. Faltaban unos minutos
para que comenzase la hora de castigo, supongo que faltaría gente.
Entré y no, no podía ser. ¿Qué hacía él aquí? ¿Qué quería
incordiar más aún o qué?
Me dirigí a la mesa donde se encontraba y lo miré fijamente.
- ¿Qué coño haces tú aquí, Bieber?
- Estoy castigado, preciosa. Tú no eres la única mala aquí.-
Rió.
- ¿Por qué no te lo saltas? Eso fue lo que hiciste el otro
día.
- Lo sé. Pero he pensado que voy a ser bueno, es decir,
hasta que tú accedas al trato que te propuse.- Sonrió.
- Justin, te lo voy decir claro; nunca, jamás me acostaría
con alguien como tú.
- Ya, claro, como quieras pequeña.- Volvió a sonreír.
- Ag, me sacas de quicio.
- Accede al trato y te dejaré en paz.
- Que no, Justin, que no. ¿Por qué insistes? Puedes tener a
la que quieras de esas guarras, ¿por qué vas a por mí?
- No sé. Eres difícil, bueno eso es lo que quieres
aparentar. Y además eres una pija de California, quiero probar cosas nuevas. El
día que menos lo esperes tú estarás entre mis sábanas o yo entre las tuyas, lo
que prefieras.- Me guiñó un ojo.
- Dios mío, ¿cómo se puede ser tan sumamente imbécil?
- No, la pregunta es, ¿cómo se puede estar tan bueno?- Rió.
Entonces entró Marc.
- Hola, Alexa.
- Oh, hola.- Sonreí y seguidamente le di dos besos.
- Si molesto me voy a otro lado.
- Pues sí, majo, sí. Mejor vete a otra parte.- Contestó
Justin.
- No. Tranquilo, siéntate en un mesa, ahora voy.- Sonreí.- Y
tú,- dije señalando a Justin- te callas la boca y me dejas en paz, ¿sí?
- Vaya, prefieres antes a ese tío que a mí. Que irónico.-
Rió.
- Él al menos sabe tratar a las mujeres, no como otros.
- Oh, Alexa. Pues vayamos a mi casa, verás si sé o no tratar
a las mujeres.- Volvió a reír.
Suspiré y me di la vuelta. Si le seguía el juego sería yo la
que acabase enfadada y él, al fin y al cabo, acabaría divirtiéndose
Me senté al lado de Marc y el profesor entró por la puerta,-
¿cómo? ¿íbamos a ser solo en clase Marc, Justin y yo? Oh no.- pensé.
Y en efecto, fue un infierno de castigo, más de lo normal.
Marc y yo intentábamos hablar tranquilamente, pero él, Justin, no dejó de
incordiar. Que si nos tiraba bolas de papel, que si le dejábamos un bolígrafo.
En fin, no nos dejó tranquilos.
Acabó la hora de castigo y Justin me sonrió y se fue.
- ¿Quieres que te lleve a tu casa?- Se ofreció Marc.
¡ Oh si! Por fin, algo salía bien.
- Eh… Claro.- Sonreí.
Montamos en su coche y pusimos rumbo a mi casa. Una vez
llegamos me despedí de él. Pensé que ya había acabado todo, que ya había
llegado a mi destino y él si iría a su casa, pero no, no fue así.
- Esto… ¿Quieres que mañana pase a recogerte? Por la mañana,
es decir.- Sonrió tímido.
- Por supuesto.- Sonreí y salí del coche.
***
Siento el retraso, de verdad.
Sé que es un poco corto, pero intentaré recompensaros.
Gracias por leer. Os quiero<3
sábado, 30 de marzo de 2013
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 8
Ya era domingo, el fin de semana se me había pasado
demasiado rápido. No quería volver a empezar la semana y menos aún, volver a la
sala de castigos. Pero ahora, no debía pensar en eso, así no cambiaría nada,
por lo tanto decidí ir, otra vez, a dar una vuelta. Quería conocer bien este
lugar y que mejor forma que paseando.
Esta vez cogí una chaqueta, corría un viento fresco y no
quería costiparme.
Salí de casa y me dirigí al lado opuesto del que había ido
ayer. Tampoco había mucha gente, algunos chicos con motos y chicas acompañándolos.
Fui mirando cada una de las casas de alrededor, eran algo
viejas y estaban bastante agrietadas, pero esta era la forma de vida de la
gente de aquí y, ahora, yo formaba parte de esa gente.
Iba distraída, no prestaba atención a la gente, solo miraba
el lugar, hasta que, sin querer, me choqué contra alguien.
- Uy, perdón.- Dije mientras me agachaba a ayudar al chico a
recoger unos papeles que habían caído por mi culpa.
- No te preocupes.- Dijo a mi misma altura.
- Soy algo torpe, perdón.- Me volví a disculpar.
- No es nada, enserio. Simplemente chocamos.
Levanté la cabeza para poder darle los papeles y volver a
disculparme de nuevo, pero, su sonrisa me impidió articular palabra. Me había
dejado sin habla, era tan perfecta. Unos dientes blancos, labios rosados y
carnosos que incitaban a besar.
- En fin, soy Marc, ¿y tú?- Volvió a mostrar sus blancos
dientes, haciendo que yo me derritiese. Aunque ahora no era su sonrisa lo que
más me llamaba la atención, sino, sus ojos. Eran oscuros, algo misteriosos, pero
atractivos. Dejé de mirarlos, pues notaba una cierta perversión, pero, que a la
vez, me atraía.
- Eh… Yo soy Alexandra, pero llámame Alexa.- Respondí
intentando buscar un sitio al que mirar sin sentirme intimidada, quizás.
- Bonito nombre.
- Vaya, gracias.- Sonreí tímida.
No entendía porque me estaba comportando así, yo nunca fui
una chica tímida, era bastante abierta en esto de conocer gente, pero este
chico me hacía ser diferente. O quizás solo fuera el cambio de aires.
- ¿Vives muy lejos de aquí?- Preguntó mientras se levantaba.
- No, mi casa está relativamente cerca.- Imité su
movimiento.
- Bueno, pues, me tengo que ir.
- Yo también.- Sonreí.
Seguidamente él me dio dos besos y pude oler su perfume,
otra de las cosas que incitaban a besarlo, a parte de su sonrisa y sus oscuros
ojos.
[…]
Continué andando, después de aquel, quizás, fortuito choque,
llegué a casa.
Al entrar, me dirigí a la cocina, donde se encontraba
Kristen.
- Venga, Alexa, siéntate, vamos a comer. He hecho verdura al
horno, creo recordar que degustaba, ¿no?- Dijo mi hermana.
- Eh… Sí, sí que me gusta. Pero… No tengo hambre, luego si
eso como.- Me volví e intenté salir de la cocina.
- No, Alexa. Siéntate y a comer.- Volvió a insistir mi
hermana.
- De verdad, Kristen, no tengo hambre, más tarde si eso.
- No te lo vuelvo a repetir, Alexandra. Siéntate. Desde que
viniste no te he visto comer ni una sola vez, siempre dices que no tienes
hambre o que ya has comido. Así que, hoy, vas a comer conmigo.
No quería enfadarla más, por eso hice caso a su orden y me
senté en la mesa.
Cogí el tenedor y comencé a remover la comida mirándola
fijamente.
- Quieres comer y dejar de jugar con la comida.
Partí un trozo de patata, solté un suspiro y me lo llevé a
la boca. Fui comiendo poco a poco, para intentar reprimir las ganas de vomitar.
- Ya he acabado.- Dije dejando el tenedor a un lado.
- No has comido a penas, hasta que no termines el plato no
te mueves de aquí.
No sabía que hacer, tenía que dejar de comer, sabía que si
comía algo más estaría tentando a mi estómago, y, lo peor: Kristen se enteraría
de mi problema.
Volví a mirarla, sus ojos reflejaban desesperación y enfado,
quería que me terminase la comida ya.
Pinché otro trozo de patata y lo miré,- que sea lo que Dios
quiera- pensé. Lo eché en mi boca y fui masticando tranquilamente, pero cuando
llegó el momento de tragarlo, mi estómago se negó.
Me levanté lo más rápido que pude y fui al baño de la planta
baja, me arrodillé e hice lo que mejor sabía hacer; vomitar.
Mi hermana vino a los segundos de que yo entrara, ya que no
había cerrado la puerta por falta de tiempo, me estaba viendo vomitar, bueno,
provocándome los vómitos.
Escupí lo último que me quedaba y salió un poco de sangre,
no me asusté, pues ya era normal para mí, era rutina.
Cerré la tapa del váter, me levanté y me senté en él.
Comencé a llorar sin saber porque, supongo que me sentiría culpable o no sé.
Kristen que estaba apoyada en el marco de la puerta, se
acercó y se arrodilló delante de mí, haciendo que nuestras miradas quedaran a
la misma altura.
- No llores.- Susurró apartándome el pelo de la cara y
secando mis lágrimas.- No estás sola.- A continuación me abrazó y me dio un
dulce beso en la mejilla. Esto era lo que necesitaba, alguien que se preocupase
por mí. Sé que soy una persona difícil de dejarme ayudar, pero, al fin y al
cabo, también soy persona, también necesito dejarme ayudar.
- Venga, Alex, lávate la cara y sal cuando ya estés mejor.
Mi hermana salió del baño y yo hice caso a su comentario. Me
lavé la cara y la boca para quitarme ese asqueroso sabor. Me miré al espejo, en
verdad, me daba pena a mí misma. Todo lo que hacía, todo esto, era realmente
patético, pero, aunque pensase eso, había un problema; no podía dejar de
hacerlo.
Después de diez minutos echándome agua en la cara, salí.
Mi hermana se había sentado en el sofá y había puesto la
televisión. Yo me senté a su lado y permanecimos calladas las dos, hasta que
rompí el silencio:
- Ahora…- Aclaré la voz.- Ahora ya sabes porque no como.
- ¿Quieres que hablemos de esto?
Eso era lo que me gustaba de Kristen, no me atosigaba, si yo
no quería hablar de eso, no hablaríamos, pero esta vez, le debía una
explicación.
- Pregúntame lo que quieras.- Respondí.
- ¿Desde cuándo llevas haciendo esto?
- Hará seis o siete meses que comencé.
- ¿Por qué lo haces? ¿Tiene que ver con mamá o papá?
- ¿Mamá? ¿Papá? No. Para nada. ¿Por qué lo preguntas?- Me
sorprendí.
- Nada, cosas mías. Pero, ¿por qué lo haces?
- El novio que tenía, Troy, pues…- Empecé a contarle todo y,
lógicamente, no pude contener las lágrimas.
- ¿Por qué no le contaste nada de esto a papá y mamá?
- ¿Para qué? Nunca están en casa y cuando están me ignoran.
Seguro que no me echan en falta ahora que me he ido.
- No digas eso, Alexa.
- Es la verdad.
- Mira, no sabía nada de esto, pero ahora que ya lo sé, te
puedes quedar el tiempo que haga falta aquí. Esta será tu nueva vida. Ya no
está Troy, no tienes porque preocuparte y respecto a lo de la bulimia, vas a
dejar de hacerlo, ¿sí? Sé que no es fácil, pero te ayudaré en lo que haga
falta.
- Gracias, Kristen.- Sequé una lágrima que aun permanecía en
mi ojo derecho y la abracé.
- Ahora que sé esto, supongo que tú también querrás saber
porque me fui de casa, ¿no?
- Te fuiste y nos abandonaste.- Dije con un hilo de voz.-
Eso fue lo que me contó mamá.
- Yo nunca te habría abandonado Alexa, eso es mentira.
- ¿Entonces…?- Me quedé confusa.
- A tu edad, yo… comencé a tontear con las drogas y papá y
mamá se enteraron. Les dije que las dejaría, pero, ellos no podían permitir
tener una hija que había probado cosas ilegales, y, bueno, además, tú eras la
pequeña, la favorita, yo les daba igual. No me quisieron dar otra oportunidad.
Un día, cuando volvía a casa después de pasar la tarde con Kate – su mejor
amiga – encontré mis maletas en la puerta. Tú no estabas, habías ido a pasar
unos días con la abuela. Llamé al timbre de casa, no entendía lo que ocurría.
Nadie abrió. Vi una nota en mi maleta, simplemente decía que no querían a una
drogadicta en casa y no tuve más remedio que irme, pasé unos días en casa de
Kate, pero luego supe que no podría quedarme allí toda la vida y bueno, me
hablaron bien de esta ciudad, y, como quería cambiar de aires pues vine.
No sabía que decir, nunca pensé que mi madre fuera capaz de
dejar a una de sus hijas en la calle, sin nada. Las madres no hacen eso, pero
la mía lo hizo.
Kristen me miraba para que dijese algo, pero seguía sin
saber que decir, hasta que se me pasó por la cabeza la pregunta más idiota que
se me podía ocurrir:
- Pero… ¿tú ya no tomas…
- No, no tomo drogas, las dejé.- Me interrumpió.-
Simplemente jodí mi vida por querer probar cosas nuevas.
Ahora fui yo la que la abrazó a ella, pues se estaba
debilitando por momentos y daba la impresión de que se iba a derrumbar cuando
menos lo esperase.
- Ahora nos tenemos la una a la otra.- Susurré.
[…]
Pasamos la tarde juntas, en el sofá, viendo la televisión e
intentando no pensar en nuestra ‘confesión’.
A la noche, me despedí de mi hermana y subí a mi habitación.
Cogí mi móvil, el cual había estado toda la tarde ahí. Vi
que tenía un mensaje de Brenda y lo leí:
‘En dos semanas estoy allí. Ya tengo los billetes.’
En mi rostro se formó una pequeña sonrisa y por mi mente
pasó un ‘Que pasen rápido estas dos semanas.’
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Siento haber tardado taaaaaaaanto en subir, pero no tenía
ordenador asdjadsfhkdjhfgdsg.
Bueno, en vez de un capítulo, esta vez, subí dos, para
‘compensar’.
Espero que os hayan gustado, y que me dejéis un siguiente
algo elaborado, por favor.
Y bueno, lo de siempre: Recomendadme por
favooooooooooooooooor.
En fin, gracias por leer<3
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 7
Por fin era sábado. Esta semana se me hizo algo larga. Todos
los día quedándome castigada una hora más y lo peor era que tendría que seguir
haciéndolo durante lo que quedaba de mes. Lo que me extrañó fue ayer, es decir,
el viernes, Justin me dijo que me vería en la sala de castigos, pero, no
apareció. La verdad es que me daba igual lo que hiciese ese niñato. Era guapo y
tenía una preciosa sonrisa, pero se lo tenía muy creído y eso yo no lo puedo
aguantar en nadie, por eso cuanto menos hablase con él mejor, ya que solo hacía
más que sacarme de quicio con su prepotencia y chulería.
Entré al baño y me lavé la cara, me vestí con unos simples
vaqueros y un jersey y bajé a la planta baja. Miré por la casa y no había
nadie, me extrañó, ya que Kristen no me avisó de que iba a salir. Cogí una hoja
en blanco y un boli, escribí unas pocas palabras para que mi hermana supiera
que había ido a dar una vuelta y lo pegué a la nevera.
Cogí mi móvil y las llaves y salí. Hacía un buen día, no
hacía a penas frío y había un sol resplandeciente. Comencé a caminar sin
sentido alguno. La zona por la que iba se encontraba vacia, es decir, no había
gente. Pero, de repente, el sonido de una moto interrumpió la calma de ese
lugar. Giré la cabeza, y, adivinad quién era; Bieber.
Comencé a acelerar el paso, no quería hablar con él, como ya
le dije el otro día: la gente como él me da asco.
Cada vez intentaba ir más apresurada pero continuaba oyendo
el sonido del motor de la moto y cada instante más cerca de mí. Al final, mi
intento de irme y pasar desapercibida fracasó. Acabó por alcanzarme.
- ¿Qué quieres ahora, Justin?
- Sube a la moto.- Sonrió.
- No.
- Sube, venga, no pasa nada.
- He dicho que no.
- ¿Qué pasa? ¿Qué las niñas de papá como tú tienen miedo a
las motos? ¿O quizás a los chicos que montan en ellas?- Rió.
No podía aguantar que me dijesen eso, ‘niña de papá’, por lo
tanto le miré desafiante y él sonrió pícaro, - no sabes a quien estás retando-
pensé. Acto seguido subí a la moto y lo agarré de la cintura.
- A ver que sabes hacer, Drew.
- ¿Cómo me has llamado? – Giró la cabeza atrás y sonrió
irónico.
- Drew.
- Vaya, pensaba ser bueno, pero veo que te gustan las
emociones fuertes.
Después de esa frase, arrancó la moto de inmediato sin
dejarme añadir ningún otro comentario.
A medida que pasaban los segundos la moto iba más rápido. El
aire chocaba contra mi cara produciéndome algo de dolor por la fuerza con la
que impactaba. Mi pelo, el cual antes de salir de casa iba recogido en una
coleta, empezó a soltarse de la goma que lo sujetaba y así, hasta que quedó
totalmente suelto, sin ataduras, como me
sentía yo en ese mismo instante. Puede que sintiese algo de miedo, iba
demasiado rápido, pero no quería pensar en la velocidad, solamente en el hecho
de que estaba libre, es decir, sin nadie a mi alrededor que me pudiese decir
que así no es como se comporta una señorita o que se lo dirían a mis padres
para que me enseñasen a tener algo de clase.
Cuando quise mirar por donde íbamos no supe reconocer el
sitio donde nos encontrábamos, supongo que estaríamos ya lejos.
En ese instante Justin, volvió la cabeza atrás y me sonrió.
Él continuaba queriendo retarme, lo notaba en su sonrisa, pero, mi reacción le
sorprendió, ya que le susurré al oído ‘Más rápido, Bieber’. Y me hizo caso. Aceleró
aún más, hasta que llegó un momento en el que paró. Estábamos en el mismo sitio
donde, tiempo antes, él me había retado a subir en la moto. Bajé del vehículo,
ya habían pasado dos horas desde que salí de casa. Todo había pasado tan
rápido.
Justin bajó y se colocó enfrente de mí, apoyándose en la
moto.
- ¿Ya te he convencido de que no soy una niña de papá?
- Más o menos.- sonrió.- Solo faltaría una cosa.
Me agarró de nuevo de la cintura y me puso lo más cerca de
él posible. Noté como su mano derecha iba bajando hasta llegar a mi culo. Sus
labios se posaron en mi cuello y prácticamente rozándome fueron subiendo hasta
encontrar sus labios con los míos, pero sin tocarse.
- Para. Suéltame.- Susurré.
- Venga, Alexa, solo sería sexo, nada más. Si quieres no
volvemos a hablar nunca más. Pero solo esta vez y te dejo en paz.
- No.- Me eché atrás apartándome de él.- No pienso acostarme
contigo. No soy tan fría.
- Como quieras.- Rió.- Pero te advierto de que yo siempre
consigo lo que quiero, cueste lo que cueste.
- Sueña cuanto quieras, Justin. Nunca me acostaré con
alguien como tú.
- Eso lo dices ahora. Ya veremos dentro de unos meses.- Rió
y a continuación subió en su moto y desapareció de mi vista.
Me volví a hacer la coleta que momentos antes se había soltado
a causa de la velocidad a la que iba la moto. Comencé a caminar de vuelta a
casa tranquilamente. Una vez ya había llegado, abrí la puerta y encontré a mi
hermana.
- Hola, Kristen.- Saludé sonriente.
- Vaya, que feliz te veo.- Me dijo seria.
- Sí, bueno, feliz no, quizás alegre. ¿Pasa algo?
- No sé, eso me lo tendrás que explicar tú.
- ¿Cómo? No entiendo.
Mi hermana se dirigió a la cocina y yo fui tras ella.
- Mira, Alexa, te dije que te podrías quedar aquí durante un
tiempo, pero siempre y cuando te portes bien.
- ¿De qué hablas, Kristen? No he hecho nada malo.
- Ah, ¿no? ¿Y qué hacías hoy, montada en una moto, sin casco
y a una velocidad excesiva?
- ¿Cómo sabes eso?
- ¿Qué mas da? Contéstame a lo que te he preguntado.
- No pasó nada, Kristen. Iba caminando y pues me encontré a
Justin y me dij…
- ¿Justin Bieber?- Me interrumpió.
- Sí, bueno…
- No me gusta que andes con esos chicos y menos con él, con
Justin Bieber, no estás acostumbrada a su forma de vida.
- Joder, Kristen, ¿qué pasa? Solo subí en su moto, solo fue
una vuelta tampoco fue para tanto.
- No, Alexa, no. Eres una chica de California, ellos son de
un barrio de Canadá no muy bueno, que se diga y no debes de ir con ellos.
- Joder, estoy harta, tengo 17 años dentro de unos meses
cumpliré los 18, ya soy mayor para saber lo que puedo o no puedo hacer. Y que
yo sea de California y ellos sean de un barrio ‘peligroso’ de Canadá no implica
nada. Pensé que tú no eras como papá y mamá, que no te importaban las clases
sociales, pero ya veo que me equivoqué, que eres igual que ellos.- Al decir
esto último tiré las llaves al suelo y subí rápidamente a mi habitación, dando
un portazo.
Llamé desesperadamente a Brenda, pues necesitaba hablar con
una persona que me entendiese.
· ¿Alexa?
· Hola, Brenda.
· Ahora mismo iba a llamarte, tenía ganas de hablar contigo.
· Yo también tenía ganas de hablar contigo. ¿Qué tal todo
por allí?
· Pues bien, como siempre. ¿Y tú?
· Pues bien, como siempre. ¿Y tú?
· Bueno, me está costando adaptarme y eso, pero vamos, que
bien.
· Me alegro, Alex. Te prometo que cuando pase los pocos
exámenes que me quedan voy a verte. Te echo de menos.
· Vale. Y yo a ti, Brenda. Por cierto, ¿qué tal con Eric?
· ¿Eric? Pues lo hemos dejado.
· Oh, vaya. Cuanto lo siento.
· Bah, da igual, me cansé de tener una relación tan larga.
Ya encontraré a otro.
· Brenda, solo llevabais cuatro meses, eso no es una
relación larga.- Reí.
· Para mi sí. Me agobiaba un poco.
· Vaya.- Volví a reír.
· Bueno, Alexa, me voy que tengo clases de piano. Hablamos
luego. Y recuerda: en dos semanas o así estoy ahí. Te quiero.
· De acuerdo. Y yo a ti.
Después de colgar ya me sentía mucho mejor, sé que no le
había contado nada de lo sucedido, pero con tan solo oír su voz me hacía sentir
bien.
[…]
Seguía tumbada en mi cama, con el ordenador, sin bajar a la
planta baja, cuando se abrió la puerta de mi habitación.
- ¿No piensas bajar o qué?- Me dijo Kristen mientras entraba
por la puerta.
- ¿Para qué? ¿Para que me riñas como a una niña pequeña?
Para eso prefiero quedarme aquí, en mi habitación.
- Alexa, debes entenderme.- dijo mientras se sentaba en mi
cama.- Yo también soy muy joven, no sé como actuar en estos casos, pero no
quiero que vayas con esa gente, no te traerán más que problemas.
- Lo sé, Kristen. Pero debes confiar en mí, yo no quiero
relacionarme con esas personas, pero no sé que hacer, no conozco a nadie aquí.
- Hacemos un trato, ¿sí? Yo no te controlaré más ni nada si
tú prometes no ir con gente como Justin.
- De acuerdo.- Sonreí.
***
domingo, 10 de marzo de 2013
CAPÍTULO 6 ‘Las apariencias engañan.’
CAPÍTULO 6 ‘Las
apariencias engañan.’
Nuevo día, misma rutina.
Hoy me apetecía arreglarme, no sé, ir algo más guapa o más
formal y no como siempre, con unos vaqueros y sudadera o camiseta. Por lo tanto
me puse esto:
Lo sé, hacía frío, pero el instituto tenía la calefacción,
por lo tanto allí dentro no tenía porque preocuparme del clima.
Agarré las llaves de mi coche, - ya que me lo han traído,
iré en él.- pensé. Y así hice, salí fuera y monté en él. Aunque fuera invierno,
me gustaba sentir el aire en la cara, me despejaba. Por lo tanto descapoté el
auto y lo puse en marcha. Fui tranquila, no me gustaba correr en el coche, ya
que hacía unos años Brenda y sus padres tuvieron un accidente con él. Cosa que
creo que me afectó más a mí que a ella, pensar que se pudiera haber muerto, no
podría soportarlo.
[…]
Llegué antes de hora al instituto, bajé del coche, pero, me
quedé de pie junto a él.
La gente no dejaba de mirarme, no sé si porque mi coche era
uno de los más caros, por no decir el que más, que se encontraba en ese recinto
o por mi ropa. Pero fuese por el motivo que fuese no me gustaba nada que me
mirasen continuamente, me intimidaba, prefería pasar desapercibida.
Por fin era hora de entrar y así hice, me dirigí al aula sin
saludar a Sophie, no tenía ganas de hablar aquella mañana.
Con las clases, me fui despejando y ya comencé a ser algo
más agradable con Sophie. En un cambio de clase, vino a mi mesa y se sentó a mi
lado.
- Buenos días, Alexandra.- Me sonrió.
- Buenos días, Sophie.- Intenté parecer simpática.
- Vaya, hoy vas muy guapa.
- Ah, gracias.- Sonreí.- Pero tampoco es tanto, solo me
arreglé un poco.- Concluí.
- Vaya que no, Drew no te quita ojo.
- ¿Quién?- Pregunté confusa.
- Drew, es decir Justin Bieber. Drew es su segundo nombre.
- Oh, no lo sabía.
- Sí, bueno, no le gusta que le llamen así.
- Ah.
- Pero bueno, que a Bieber se le van a salir los ojos
mirándote.
Miré hacia el lado donde se encontraban él y sus amigos. Sí,
puede que me estuviera mirando, pero, Sophie lo exageró un poco.
- Tampoco es para tanto, Sophie. Quizás simplemente esté
mirando hacia aquí.
- No creo. Ya te dije que a Justin le gusta acostarse con
todas las que están buenas. Y tú lo estás. No caigas en sus trampas.
- No lo haré, tranquila.
- Bueno, eso es lo que decíamos todas.
El siguiente profesor entró ya a clase y Sophie se fue a su
sitio.
Estuve pensando en lo que me dijo Sophie y también en que
los anteriores días me había hablado bastante de Justin sin ni siquiera
preguntarle. No la conocía mucho, pero parecía algo obsesionada con él, quizás,
simplemente fuera una impresión mía y lo único que quería era informarme para
que no me pasase como a ella y a otras muchas chicas más.
[…]
El día se me pasó volando, cosa que me gustaba.
Cuando tocó el timbre para ya poder salir e irnos a casa,
Sophie se volvió a acercar a mí.
- ¿Nos vamos? Hoy tengo que ir por tu dirección.- Me dijo
sonriente.
- No puedo, Sophie, estoy castigada una hora más.
¿Recuerdas?
- Ah, es verdad, no me acordaba. Pues entonces, ¿nos vemos
mañana?
- Claro.- Sonreí.
Agarré mis cosas y salí de clase, tenía que buscar el aula
donde me había citado Sr. Parker.
Después de dar vueltas como una idiota por todo el
instituto, encontré la clase. Abrí la puerta y pasé. El profesor me hizo un
gesto para que tomara asiento en un pupitre y así hice. Me senté en una silla y
observé la clase, había más gente de la que me imaginaba.
Saqué unos libros para estudiar durante esa hora. Mientras
intentaba estudiar los demás chicos que había en la clase comenzaron a tirarme
bolas de papel y gomas. Se ve que se aburrían y por las pintas los estudios no
eran su punto fuerte.
- ¿Queréis parar?- Rechisté en voz baja.
Ignoraron mi comentario y continuaron lanzando papeles. El
profesor no se daba cuanta de nada o pasaba de nosotros, no sé.
Hubo un momento en el que me lanzaron un lápiz a la cara y
me harté, no iba a consentir que me hiciesen lo que les diera la gana.
Me levanté de la silla algo cabreada y me volví hacia ellos.
- Que os estéis quietos de una maldita vez, ¿qué no
entendéis?
Ellos volvieron a reír y continuaron ignorándome. Pero, esta
vez, el profesor si que se dio cuenta de lo que pasaba, bueno, no del todo.
- Señorita Crown, ¿quien le ha dado permiso para levantarse?
Y más aún, ¿para faltar al respeto así a sus compañeros?
- Señor Parker, yo no hice nada, yo estaba est…
- ¡No! – Me interrumpió.- Estará castigada durante una
semana más, a ver si aprende a comportarse.´
- Pero, señor Parker, le vuelvo a repetir que yo no hice
nada.
- ¿Encima me rechista? Pues se quedará usted castigada
durante todo este mes.
Decidí dejar de discutir, sería peor, por lo tanto me senté
en mi silla y continué estudiando. Podía oír como los otros, los que por su
culpa estoy castigada, seguían riendo.
La hora de castigo acabó, por fin, pero ahora en adelante
tendría que venir aquí día tras día durante lo que quedaba de mes, - que asco-
pensé.
Salí del aula y me dirigí hacia la puerta. Fui caminando
hasta llegar a mi coche. Me paré y busqué las llaves, cuando me giré para ya
montar en el auto, lo encontré a él montado en mi coche.
- ¿Qué haces aquí, Justin?
Estaba en el asiento del piloto sentado y mirándome.
- Tienes un buen coche, algo pijo pero bueno, ya sabemos
como eres.
Ignoré su comentario del final, había tenido un mal día y no
quería rematarlo con otra discusión.
- Justin, baja de mi coche, estoy cansada y quiero irme a mi
casa.
- Ah, es verdad, te castigaron por lo de la nota de ‘Sé tu
secreto’.
- Si, bueno…- dejé de hablar un momento. ¿Cómo sabía él lo
que ponía en la nota? Yo no se lo había dicho a nadie.- Espera un momento,
fuiste tú. Tú fuiste quien me la lanzó.
- Vaya, - rió- eres más lista de lo que pensaba. Deberías
haber visto la cara que se te quedó al leerla.- Volvió a reír.
- No me hace gracia, Bieber. ¿Qué secreto se supone que
sabes?
- Ay… Crown. – Bajó del coche, se apoyó en él, me agarró de
la cintura y me aproximó hacia él.- No sé ningún secreto tuyo, solo lo hice
para ver la cara que se te quedaba. Pero por lo que he visto, si que escondes
algún secreto. Venga, Alexa, cuéntamelo.- Sonrió pícaro.
- Lo primero, suéltame, ¿si? Y segundo, eres un completo
imbécil. Déjame, ¿vale? Te conozco poco, pero ya me das asco.
- Oh. – continuó sonriendo- Alexa, si estás enfadada por lo
que dije de que no me acostaría contigo, que conste, que lo he pensado mejor y
que probablemente si que lo haría, estás bastante buena.- Rió próximo a mi
boca.
- Para. – lo aparté de mí- Apártate de mi coche y vete. Dais
asco la gente como tú.
- Como quieras. Ya me buscarás.- Se fue alejando de mí.- Por
cierto, te veo mañana en el aula de castigo.- Sonrió.
¿Cómo que me veía mañana en el aula de castigo? Pero, si él
no estaba castigado… En fin, dejé de pensar en lo que dijo, - cuanto menos caso
le hagas, mejor.- pensé.
Monté en mi coche y arranqué. Cuando ya pensé que podía irme
a mi casa tranquila a descansar, otra persona se acercó a mí. Era esa tal
Nicole. La chica con la que Justin se acostaba, según me dijo Sophie. Quería
irme, no quería hablar con ella. ¿Y si nos vio hablando y se puso celosa? ¿O se
enfadó?
Se acercó a mi coche por el lado del copiloto y me hizo un
gesto preguntándome si podía sentarse en el asiento del coche. Yo asentí con la
cabeza.
- Tú debes de ser Alexandra, la nueva, ¿no? – Me dijo.
- Sí.- Aclaré la voz.
- Yo soy Nicole.
- Encantada.
- Te he visto hablar con Justin.
- Eh, si.- Respondí confusa.
- Mira, Justin y yo nos vemos y tal, pero no es nada serio,
me da igual con quien vaya él. En verdad es un capullo, solo que le gusta el
sexo sin complicaciones, como a mí, por eso me acuesto con él. Pero bueno, eso
no era de lo que te quería avisar.
- ¿Cómo que avisar?
- Llevo en la misma clase que Sophie y que Justin durante
quince años, los conozco bastante y solo quiero advertirte de dos cosa. La
primera: será mejor que te alejes de Justin, lo digo por tu bien, eres un chica
de otro mundo, se podría decir, él no hará más que traerte problemas y
complicaciones. Y la segunda: bueno, esta advertencia de la digo por si no
haces caso a la primera que te dije, si decides tener algo con Justin, aunque
sea solo tontear, ten cuidado con Sophie. No es tan dulce como parece. Las
apariencias engañan, Alexa.
- No te entiendo, ¿qué quieres decir con lo de ‘las
apariencias engañan’?
- Mira, solo te digo que Sophie no es como parece ser y
menos con lo relacionado con Bieber, así que ten cuidado.
- Pero…
- Alexa, tú solo hazme caso. Lo hago por tú bien. Y ahora me
voy, no quiero que me vean más tiempo en el coche de una chica de clase alta.
Abrió la puerta, salió y se fue.
¿Qué quiso decirme con todo eso? No la entendía. Si Sophie
parece una chica encantadora, - quizás solo te esté mintiendo para
fastidiarte.- pensé.
***
Bueno, pues subí hoy capítulo ya que no creo que esta semana
pueda subir. Por lo tanto espero que os haya gustado y eso:33
Y, ya sabéis, espero vuestro siguiente algo extenso.
Por cierto, acodaros de etiquetaros en la foto de la novela.
¡Ah! ¿Me podéis recomendar, por favor?
Bueno, que ya me callo, os quiero<3
sábado, 2 de marzo de 2013
CAPÍTULO 5 ‘Secretos’
CAPÍTULO 5 ‘Secretos’
Intenté ignorar la pregunta que me había hecho mi hermana, pero
ella volvió a insistir.
- Eh, Alexa, ¿me piensas responder?
- Eh, pues, nada, a una chica que iba conmigo al instituto
de California, que no le puedo contar una cosa porque se pondría histérica.
- Ah, de acuerdo. ¿Has cenado ya?
- Sí, me hice un sándwich.- Mentí.
- Bueno, pues yo voy a acostarme ya, que estoy cansada. Y
tú, no te duermas tarde, que mañana tienes que madrugar.
- Vale. Buenas noches, te quiero.- Le di un beso en la
mejilla.
- Y yo a ti. – Sonrió.- Hasta mañana.
Salió por la puerta y me dejó a solas.
Eran casi las once, estaba cansada del primer día y me
apetecía dormir, por lo tanto me puse el pijama y me acosté en la cama.
{Al día siguiente}
Me desperté nada más sonar el despertador. Hice como cada
mañana, cogí algo de comida, fui al baño y vomité, era mi rutina. Después me
puse la ropa de gimnasia, cosa que odiaba, prefería ir con vestido, falda,
vaqueros, shorts, lo que fuera menos ropa de gimnasia. A diferencia de mi
hermana, yo odiaba el deporte, Kristen desde pequeña adoraba jugar al fútbol o
al básquet o montar en bici, pero casi nunca podía hacerlo, en California, la
parte rica o pija, es decir, donde yo vivía, no estaba bien visto que una chica
hiciera deporte, a no ser que fuera hípica. Allí era como hace décadas, los
chicos estaban, les gustase o no, en el equipo de fútbol del instituto y las
chicas debían ser animadoras. Kris y yo odiábamos ser animadoras, pensábamos
que era demasiado superficial, porque además de ser chica, debías, por así
decirlo, estar buena para entrar.
Cuando quise darme cuenta, eran las ocho menos diez, si no
me daba prisa llegaría tarde, por lo tanto cogí mi mochila, ya con todos los
libros, y mi chaqueta. Salí lo más rápido que pude para llegar a tiempo. Una
vez en la puerta, miré la hora, aún no eran las ocho, menos mal, no llegaba
tarde.
Entré al aula para dar la primera clase; literatura. Esa
asignatura me gustaba, adoraba leer y los idiomas, por esa razón me fui por
letras, aunque también me gustaban las matemáticas o química.
Me senté en una mesa situada en la segunda fila y esperé a
que viniese el profesor.
Una vez ya comenzada la clase, alguien me lanzó una bola de
papel, la cual me dio en la espalda y cayó al suelo. Me agaché a recogerla y la
abrí:
Sé tu secreto.
Decía aquella nota.
Me asusté un poco, ¿quién iba a saber que era bulímica?, no
se había enterado ni mi hermana ni mi madre, ¿cómo lo iba a saber una persona
que solo me conocía desde hace a penas un día?
Después de haberla leído, la volví a arrugar y la mantuve en
mi puño. Giré la cabeza a atrás e intenté saber quien había sido el gracioso
que me la había lanzado. Pero, cuando volví a girar la cabeza adelante, me
encontré con el Sr. Parker, el profesor de literatura.
- Por favor, señorita Crown, ¿quiere mostrarme el papel que
tiene en la mano?
- Eh… No es nada, no se preocupe.
- Muéstremelo.- Volvió a insistir.
- No.- Susurré cabizbaja.
- ¿Con que no, eh? Pues nada, la espero mañana después de su
última clase en mi departamento.
- De acuerdo.- Asentí.
Aquello de que me castigara me había sentado bastante mal, pues
yo no había hecho nada malo y ahora tendría que cargar con las culpas.
La clase pasó rápida, más bien la mañana pasó rápida.
Antes de la última clase tenía veinte minutos de descanso,
por lo tanto fui a la cafetería y allí estaba Sophie, esperándome sentada en
una mesa.
- Hola.- Tomé asiento y sonreí.
- Hola.- Me devolvió la sonrisa.- Me he enterado que te han
castigado.
- Si, mañana, en fin…- Agaché la cabeza.
- Oye, no te preocupes, aquí que te castiguen no es nada
malo, es decir, a todos nos han castigado más de una vez.
- Ya, bueno, da igual.
Levanté la mirada y la dirigí hacia donde se encontraban ese
tal Justin y alguno de sus amigos.
- ¿Pasa algo? No dejas de mirarlo.- Me preguntó Sophie.
- No, nada, solo tenía la mirada perdida.
- Ah.
En verdad, no tenía la mirada perdida, lo estaba mirando a
propósito, bueno, más que mirándolo, inspeccionándolo o no sé.
No dejaba de reír, todos los chicos se acercaban y chocaban
la mano con él, cosa que demostraba su popularidad. Después todas las chicas
estaban a su alrededor, poniendo ojitos o jugando con su pelo. Él continuaba
sonriendo, tenía una bonita sonrisa. De repente, cuando menos lo esperaba,
desvió su mirada hacia mí y permaneció serio. Estuvo un rato mirándome,
intentaba intimidarme con su mirada, cosa que no conseguía. No entendía porque
me miraba tanto, por eso arqueé una ceja como gesto de confusión. Él sonrió y
esa mirada intimidante pasó a ser una mirada traviesa. Yo no respondí a su
forma de actuar, continué algo perpleja, a lo que él contestó con un guiño de
ojo. Pero, alguien se puso delante de Justin e interrumpió nuestra
‘conversación’ no verbal.
Dejé de mirarlo y miré mi reloj, faltaban cinco minutos para
la siguiente clase, por lo tanto cogí mis cosas, me despedí de Sophie y comencé
a andar hacia la puerta de salida.
- ¡Eh! ¡Tú! ¡Ven!
Alguien comenzó a gritar eso cuando pasé por delante de la
mesa de Bieber. Ignoré esos gritos y seguí caminando.
- ¡Eh! Alexandra o como te llames, ven.
Volví mi mirada atrás y me hicieron un gesto para que me
acercara a ellos.
- ¿Qué queréis? – Contesté fría.
En la mesa se encontraban cinco chicos, entre ellos Justin,
el cual estaba sentado en una silla y con los pies encima de la mesa. Detrás de
ellos, había varias chicas.
Ninguno de los que estaban ahí me quitaba ojo, los chicos
creo que me miraban el culo, las chicas me miraban con asco y bueno, Justin me
miraba pícaro como antes ya había hecho.
- ¿Por qué no te sientas con nosotros?- Dijo uno de los
chicos riendo, uno moreno y bastante musculoso.
- No, gracias, prefiero irme.
- ¿Por qué? – Volvió a insistir.
- ¿Es que no lo ves? Es una niñata pija de California, le
dará miedo que sus queridos papis o sus amiguitos pijos vean que se junta con
chicos de barrio.- Contestó una de las chicas cuando yo ya me iba.
Odiaba que me llamaran pija o niña de papá o algo por el
estilo, yo no quería haber nacido en esta vida, aunque a simple vista parezca
una vida fácil y cómoda, en verdad no lo era tanto, porque no sabías si la
gente que te rodeaba estaba contigo por tu popularidad y dinero o porque te
querían de verdad.
Después de ese breve pensamiento me volví otra vez hacia
ellos.
- Pues mira sí, puede que esta pija de California no quiera
sentarse con vosotros, pero no por miedo ni nada de eso, sino porque dais pena,
vosotras estáis aquí para ver si alguno de estos, – señalé a los chicos –
acostándoos con ellos, os hacen algo de caso, es patético y no quisiera ser
como vosotras.
- ¿Y tú qué? Que te ha faltado tiempo para ir a zorrear a
Bieber. – Volvió a contestar la rubia.
- ¿Perdón? No soy tan guarra, bonita.
- Vas de niña buena, pero seguro que eres más puta que las
de aquí. – Me contestó. Y ahora se dirigió a Justin.- Dime, Bieber, ¿te la
chupó ya?
- ¿Qué dices maldita zorra? – Intervine gritando.
- Cállate, hablo con él. Venga, Bieber, contesta.
Todos dirigimos nuestras miradas hacia Justin y esperamos a
que contestara. Se sentó bien y rió.
- Por favor, Lilly, me gusta el sexo, pero no tanto como
para follar con una pija, aún tengo mi dignidad.- Ante ese comentario todos
rieron.
- Lo sé, soy mucha mujer para ti, y tranquilo, que yo
tampoco me acostaría con alguien como tú, no me rebajo a vuestro nivel, tengo
algo de clase. – Después de contestarle, sonreí irónica y continué caminando.
¿Cómo se puede ser tan extremadamente prepotente? ¿Me gusta
el sexo, pero no tanto como para follar con una pija, aún tengo mi dignidad?
¿Qué gilipollez es esa? Sabía que no debía hacer caso a los comentarios de eso
idiotas, pero eso me había sentado mal, ¿qué tengo de malo? De repente miré mi
cuerpo reflejado en un cristal y lo supe, estaba gorda, por aquella razón dijo
ese comentario.
[…]
Por fin había acabado ese día tan nefasto. Tenía ganas de
llegar a casa y no hacer nada. Y así fue, salí de la última clase y me fui directa
a casa. Cuando llegué había una grúa aparcada en la puerta y dos hombres.
Pregunté que hacían allí y me alegró su respuesta: traían mi coche de
California. Ahora ya podía ir al instituto en coche y no andando.
Firmé unos papeles a aquellos señores, los cuales me dieron
las llaves del coche y se fueron.
Abrí la puerta de casa y entré. Tiré mi mochila a un lado y
me tumbé en el sofá.
Me quedé dormida y a las dos horas desperté. Subí a mi
habitación y comencé a hacer la tarea que nos habían mandado. Más tarde me
duché y me puse ropa algo más cómoda. Miré el reloj, ya eran las diez y mi
hermana aún no había aparecido. Bajé a la primera planta y la puerta principal
se abrió, era Kristen.
- Hola, Alexa.- Me saludó mientras entraba por la puerta.
- Hola, Kristen.- Sonreí y seguidamente le di un beso en la
mejilla.
- Vamos a la cocina, tengo hambre.- Rió.
Entramos en la cocina, yo me senté en una silla y ella se
preparó un sándwich e hizo lo mismo.
- ¿Cenaste ya?
- Sí, ya cené.- Volví a mentir.
- Alexa, cada día te veo más delgada…
‘Pues yo cada día me veo más gorda’, pensé.
- ¿Seguro qué estás comiendo y cenando bien? – Me preguntó.
- Sí, no te preocupes.
Notó como algo raro pasaba en mí, sabía que no le estaba
contando toda la verdad, pero, a mi favor, mi hermana no era de esas hermanas o
madres que te hacen un ‘interrogatorio’ hasta saber que te pasa.
- Bueno, como quieras.- Me cogió de la mano.- Pero sabes que
si ocurre algo puedes contármelo, no pasará nada.
- Lo sé.- Sonreí.- Esto… Kristen, ¿te puedo preguntar algo?
Ella asintió mientras bebía agua.
- ¿Por qué llegas tan tarde a casa? Es decir, me dijiste que
llegarías sobre las ocho o así y estos días has llegado a más de las diez.
- Eh… Sí, bueno, cosas del trabajo.
- Ah, ¿y en qué trabajas si se puede saber?
- Pues…- Comenzó a ponerse algo nerviosa.- En una empresa,
ya sabes, una oficina, papeleo y todo eso.
- Ah, vale.- Miré mi reloj.- Bueno, Kris, me voy a dormir,
estoy algo cansada, hasta mañana.
- Buenas noches, Alex.
Subí a mi habitación y me tumbé en la cama. Sabía que mi
hermana me estaba ocultando algo, no era muy buena mintiendo, al igual que yo.
No me estaba diciendo toda la verdad y en parte, no me importaba, yo tenía mis
secretos y ella los suyos, no había por que contarnos todo, cada una necesitaba
su intimidad.
***
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