sábado, 30 de marzo de 2013

CAPÍTULO 8


CAPÍTULO 8

Ya era domingo, el fin de semana se me había pasado demasiado rápido. No quería volver a empezar la semana y menos aún, volver a la sala de castigos. Pero ahora, no debía pensar en eso, así no cambiaría nada, por lo tanto decidí ir, otra vez, a dar una vuelta. Quería conocer bien este lugar y que mejor forma que paseando.
Esta vez cogí una chaqueta, corría un viento fresco y no quería costiparme.
Salí de casa y me dirigí al lado opuesto del que había ido ayer. Tampoco había mucha gente, algunos chicos con motos y chicas acompañándolos.
Fui mirando cada una de las casas de alrededor, eran algo viejas y estaban bastante agrietadas, pero esta era la forma de vida de la gente de aquí y, ahora, yo formaba parte de esa gente.
Iba distraída, no prestaba atención a la gente, solo miraba el lugar, hasta que, sin querer, me choqué contra alguien.
- Uy, perdón.- Dije mientras me agachaba a ayudar al chico a recoger unos papeles que habían caído por mi culpa.
- No te preocupes.- Dijo a mi misma altura.
- Soy algo torpe, perdón.- Me volví a disculpar.
- No es nada, enserio. Simplemente chocamos.
Levanté la cabeza para poder darle los papeles y volver a disculparme de nuevo, pero, su sonrisa me impidió articular palabra. Me había dejado sin habla, era tan perfecta. Unos dientes blancos, labios rosados y carnosos que incitaban a besar.
- En fin, soy Marc, ¿y tú?- Volvió a mostrar sus blancos dientes, haciendo que yo me derritiese. Aunque ahora no era su sonrisa lo que más me llamaba la atención, sino, sus ojos. Eran oscuros, algo misteriosos, pero atractivos. Dejé de mirarlos, pues notaba una cierta perversión, pero, que a la vez, me atraía.
- Eh… Yo soy Alexandra, pero llámame Alexa.- Respondí intentando buscar un sitio al que mirar sin sentirme intimidada, quizás.
- Bonito nombre.
- Vaya, gracias.- Sonreí tímida.
No entendía porque me estaba comportando así, yo nunca fui una chica tímida, era bastante abierta en esto de conocer gente, pero este chico me hacía ser diferente. O quizás solo fuera el cambio de aires.
- ¿Vives muy lejos de aquí?- Preguntó mientras se levantaba.
- No, mi casa está relativamente cerca.- Imité su movimiento.
- Bueno, pues, me tengo que ir.
- Yo también.- Sonreí.
Seguidamente él me dio dos besos y pude oler su perfume, otra de las cosas que incitaban a besarlo, a parte de su sonrisa y sus oscuros ojos.
[…]
Continué andando, después de aquel, quizás, fortuito choque, llegué a casa.
Al entrar, me dirigí a la cocina, donde se encontraba Kristen.
- Venga, Alexa, siéntate, vamos a comer. He hecho verdura al horno, creo recordar que degustaba, ¿no?- Dijo mi hermana.
- Eh… Sí, sí que me gusta. Pero… No tengo hambre, luego si eso como.- Me volví e intenté salir de la cocina.
- No, Alexa. Siéntate y a comer.- Volvió a insistir mi hermana.
- De verdad, Kristen, no tengo hambre, más tarde si eso.
- No te lo vuelvo a repetir, Alexandra. Siéntate. Desde que viniste no te he visto comer ni una sola vez, siempre dices que no tienes hambre o que ya has comido. Así que, hoy, vas a comer conmigo.
No quería enfadarla más, por eso hice caso a su orden y me senté en la mesa.
Cogí el tenedor y comencé a remover la comida mirándola fijamente.
- Quieres comer y dejar de jugar con la comida.
Partí un trozo de patata, solté un suspiro y me lo llevé a la boca. Fui comiendo poco a poco, para intentar reprimir las ganas de vomitar.
- Ya he acabado.- Dije dejando el tenedor a un lado.
- No has comido a penas, hasta que no termines el plato no te mueves de aquí.
No sabía que hacer, tenía que dejar de comer, sabía que si comía algo más estaría tentando a mi estómago, y, lo peor: Kristen se enteraría de mi problema.
Volví a mirarla, sus ojos reflejaban desesperación y enfado, quería que me terminase la comida ya.
Pinché otro trozo de patata y lo miré,- que sea lo que Dios quiera- pensé. Lo eché en mi boca y fui masticando tranquilamente, pero cuando llegó el momento de tragarlo, mi estómago se negó.
Me levanté lo más rápido que pude y fui al baño de la planta baja, me arrodillé e hice lo que mejor sabía hacer; vomitar.
Mi hermana vino a los segundos de que yo entrara, ya que no había cerrado la puerta por falta de tiempo, me estaba viendo vomitar, bueno, provocándome los vómitos.
Escupí lo último que me quedaba y salió un poco de sangre, no me asusté, pues ya era normal para mí, era rutina.
Cerré la tapa del váter, me levanté y me senté en él. Comencé a llorar sin saber porque, supongo que me sentiría culpable o no sé.
Kristen que estaba apoyada en el marco de la puerta, se acercó y se arrodilló delante de mí, haciendo que nuestras miradas quedaran a la misma altura.
- No llores.- Susurró apartándome el pelo de la cara y secando mis lágrimas.- No estás sola.- A continuación me abrazó y me dio un dulce beso en la mejilla. Esto era lo que necesitaba, alguien que se preocupase por mí. Sé que soy una persona difícil de dejarme ayudar, pero, al fin y al cabo, también soy persona, también necesito dejarme ayudar.
- Venga, Alex, lávate la cara y sal cuando ya estés mejor.
Mi hermana salió del baño y yo hice caso a su comentario. Me lavé la cara y la boca para quitarme ese asqueroso sabor. Me miré al espejo, en verdad, me daba pena a mí misma. Todo lo que hacía, todo esto, era realmente patético, pero, aunque pensase eso, había un problema; no podía dejar de hacerlo.
Después de diez minutos echándome agua en la cara, salí.
Mi hermana se había sentado en el sofá y había puesto la televisión. Yo me senté a su lado y permanecimos calladas las dos, hasta que rompí el silencio:
- Ahora…- Aclaré la voz.- Ahora ya sabes porque no como.
- ¿Quieres que hablemos de esto?
Eso era lo que me gustaba de Kristen, no me atosigaba, si yo no quería hablar de eso, no hablaríamos, pero esta vez, le debía una explicación.
- Pregúntame lo que quieras.- Respondí.
- ¿Desde cuándo llevas haciendo esto?
- Hará seis o siete meses que comencé.
- ¿Por qué lo haces? ¿Tiene que ver con mamá o papá?
- ¿Mamá? ¿Papá? No. Para nada. ¿Por qué lo preguntas?- Me sorprendí.
- Nada, cosas mías. Pero, ¿por qué lo haces?
- El novio que tenía, Troy, pues…- Empecé a contarle todo y, lógicamente, no pude contener las lágrimas.
- ¿Por qué no le contaste nada de esto a papá y mamá?
- ¿Para qué? Nunca están en casa y cuando están me ignoran. Seguro que no me echan en falta ahora que me he ido.
- No digas eso, Alexa.
- Es la verdad.
- Mira, no sabía nada de esto, pero ahora que ya lo sé, te puedes quedar el tiempo que haga falta aquí. Esta será tu nueva vida. Ya no está Troy, no tienes porque preocuparte y respecto a lo de la bulimia, vas a dejar de hacerlo, ¿sí? Sé que no es fácil, pero te ayudaré en lo que haga falta.
- Gracias, Kristen.- Sequé una lágrima que aun permanecía en mi ojo derecho y la abracé.
- Ahora que sé esto, supongo que tú también querrás saber porque me fui de casa, ¿no?
- Te fuiste y nos abandonaste.- Dije con un hilo de voz.- Eso fue lo que me contó mamá.
- Yo nunca te habría abandonado Alexa, eso es mentira.
- ¿Entonces…?- Me quedé confusa.
- A tu edad, yo… comencé a tontear con las drogas y papá y mamá se enteraron. Les dije que las dejaría, pero, ellos no podían permitir tener una hija que había probado cosas ilegales, y, bueno, además, tú eras la pequeña, la favorita, yo les daba igual. No me quisieron dar otra oportunidad. Un día, cuando volvía a casa después de pasar la tarde con Kate – su mejor amiga – encontré mis maletas en la puerta. Tú no estabas, habías ido a pasar unos días con la abuela. Llamé al timbre de casa, no entendía lo que ocurría. Nadie abrió. Vi una nota en mi maleta, simplemente decía que no querían a una drogadicta en casa y no tuve más remedio que irme, pasé unos días en casa de Kate, pero luego supe que no podría quedarme allí toda la vida y bueno, me hablaron bien de esta ciudad, y, como quería cambiar de aires pues vine.
No sabía que decir, nunca pensé que mi madre fuera capaz de dejar a una de sus hijas en la calle, sin nada. Las madres no hacen eso, pero la mía lo hizo.
Kristen me miraba para que dijese algo, pero seguía sin saber que decir, hasta que se me pasó por la cabeza la pregunta más idiota que se me podía ocurrir:
- Pero… ¿tú ya no tomas…
- No, no tomo drogas, las dejé.- Me interrumpió.- Simplemente jodí mi vida por querer probar cosas nuevas.
Ahora fui yo la que la abrazó a ella, pues se estaba debilitando por momentos y daba la impresión de que se iba a derrumbar cuando menos lo esperase.
- Ahora nos tenemos la una a la otra.- Susurré.
[…]
Pasamos la tarde juntas, en el sofá, viendo la televisión e intentando no pensar en nuestra ‘confesión’.
A la noche, me despedí de mi hermana y subí a mi habitación.
Cogí mi móvil, el cual había estado toda la tarde ahí. Vi que tenía un mensaje de Brenda y lo leí:
‘En dos semanas estoy allí. Ya tengo los billetes.’
En mi rostro se formó una pequeña sonrisa y por mi mente pasó un ‘Que pasen rápido estas dos semanas.’
------------------------------------------------------------
Siento haber tardado taaaaaaaanto en subir, pero no tenía ordenador asdjadsfhkdjhfgdsg.
Bueno, en vez de un capítulo, esta vez, subí dos, para ‘compensar’.
Espero que os hayan gustado, y que me dejéis un siguiente algo elaborado, por favor.
Y bueno, lo de siempre: Recomendadme por favooooooooooooooooor.
En fin, gracias por leer<3

No hay comentarios:

Publicar un comentario