CAPÍTULO 8
Ya era domingo, el fin de semana se me había pasado
demasiado rápido. No quería volver a empezar la semana y menos aún, volver a la
sala de castigos. Pero ahora, no debía pensar en eso, así no cambiaría nada,
por lo tanto decidí ir, otra vez, a dar una vuelta. Quería conocer bien este
lugar y que mejor forma que paseando.
Esta vez cogí una chaqueta, corría un viento fresco y no
quería costiparme.
Salí de casa y me dirigí al lado opuesto del que había ido
ayer. Tampoco había mucha gente, algunos chicos con motos y chicas acompañándolos.
Fui mirando cada una de las casas de alrededor, eran algo
viejas y estaban bastante agrietadas, pero esta era la forma de vida de la
gente de aquí y, ahora, yo formaba parte de esa gente.
Iba distraída, no prestaba atención a la gente, solo miraba
el lugar, hasta que, sin querer, me choqué contra alguien.
- Uy, perdón.- Dije mientras me agachaba a ayudar al chico a
recoger unos papeles que habían caído por mi culpa.
- No te preocupes.- Dijo a mi misma altura.
- Soy algo torpe, perdón.- Me volví a disculpar.
- No es nada, enserio. Simplemente chocamos.
Levanté la cabeza para poder darle los papeles y volver a
disculparme de nuevo, pero, su sonrisa me impidió articular palabra. Me había
dejado sin habla, era tan perfecta. Unos dientes blancos, labios rosados y
carnosos que incitaban a besar.
- En fin, soy Marc, ¿y tú?- Volvió a mostrar sus blancos
dientes, haciendo que yo me derritiese. Aunque ahora no era su sonrisa lo que
más me llamaba la atención, sino, sus ojos. Eran oscuros, algo misteriosos, pero
atractivos. Dejé de mirarlos, pues notaba una cierta perversión, pero, que a la
vez, me atraía.
- Eh… Yo soy Alexandra, pero llámame Alexa.- Respondí
intentando buscar un sitio al que mirar sin sentirme intimidada, quizás.
- Bonito nombre.
- Vaya, gracias.- Sonreí tímida.
No entendía porque me estaba comportando así, yo nunca fui
una chica tímida, era bastante abierta en esto de conocer gente, pero este
chico me hacía ser diferente. O quizás solo fuera el cambio de aires.
- ¿Vives muy lejos de aquí?- Preguntó mientras se levantaba.
- No, mi casa está relativamente cerca.- Imité su
movimiento.
- Bueno, pues, me tengo que ir.
- Yo también.- Sonreí.
Seguidamente él me dio dos besos y pude oler su perfume,
otra de las cosas que incitaban a besarlo, a parte de su sonrisa y sus oscuros
ojos.
[…]
Continué andando, después de aquel, quizás, fortuito choque,
llegué a casa.
Al entrar, me dirigí a la cocina, donde se encontraba
Kristen.
- Venga, Alexa, siéntate, vamos a comer. He hecho verdura al
horno, creo recordar que degustaba, ¿no?- Dijo mi hermana.
- Eh… Sí, sí que me gusta. Pero… No tengo hambre, luego si
eso como.- Me volví e intenté salir de la cocina.
- No, Alexa. Siéntate y a comer.- Volvió a insistir mi
hermana.
- De verdad, Kristen, no tengo hambre, más tarde si eso.
- No te lo vuelvo a repetir, Alexandra. Siéntate. Desde que
viniste no te he visto comer ni una sola vez, siempre dices que no tienes
hambre o que ya has comido. Así que, hoy, vas a comer conmigo.
No quería enfadarla más, por eso hice caso a su orden y me
senté en la mesa.
Cogí el tenedor y comencé a remover la comida mirándola
fijamente.
- Quieres comer y dejar de jugar con la comida.
Partí un trozo de patata, solté un suspiro y me lo llevé a
la boca. Fui comiendo poco a poco, para intentar reprimir las ganas de vomitar.
- Ya he acabado.- Dije dejando el tenedor a un lado.
- No has comido a penas, hasta que no termines el plato no
te mueves de aquí.
No sabía que hacer, tenía que dejar de comer, sabía que si
comía algo más estaría tentando a mi estómago, y, lo peor: Kristen se enteraría
de mi problema.
Volví a mirarla, sus ojos reflejaban desesperación y enfado,
quería que me terminase la comida ya.
Pinché otro trozo de patata y lo miré,- que sea lo que Dios
quiera- pensé. Lo eché en mi boca y fui masticando tranquilamente, pero cuando
llegó el momento de tragarlo, mi estómago se negó.
Me levanté lo más rápido que pude y fui al baño de la planta
baja, me arrodillé e hice lo que mejor sabía hacer; vomitar.
Mi hermana vino a los segundos de que yo entrara, ya que no
había cerrado la puerta por falta de tiempo, me estaba viendo vomitar, bueno,
provocándome los vómitos.
Escupí lo último que me quedaba y salió un poco de sangre,
no me asusté, pues ya era normal para mí, era rutina.
Cerré la tapa del váter, me levanté y me senté en él.
Comencé a llorar sin saber porque, supongo que me sentiría culpable o no sé.
Kristen que estaba apoyada en el marco de la puerta, se
acercó y se arrodilló delante de mí, haciendo que nuestras miradas quedaran a
la misma altura.
- No llores.- Susurró apartándome el pelo de la cara y
secando mis lágrimas.- No estás sola.- A continuación me abrazó y me dio un
dulce beso en la mejilla. Esto era lo que necesitaba, alguien que se preocupase
por mí. Sé que soy una persona difícil de dejarme ayudar, pero, al fin y al
cabo, también soy persona, también necesito dejarme ayudar.
- Venga, Alex, lávate la cara y sal cuando ya estés mejor.
Mi hermana salió del baño y yo hice caso a su comentario. Me
lavé la cara y la boca para quitarme ese asqueroso sabor. Me miré al espejo, en
verdad, me daba pena a mí misma. Todo lo que hacía, todo esto, era realmente
patético, pero, aunque pensase eso, había un problema; no podía dejar de
hacerlo.
Después de diez minutos echándome agua en la cara, salí.
Mi hermana se había sentado en el sofá y había puesto la
televisión. Yo me senté a su lado y permanecimos calladas las dos, hasta que
rompí el silencio:
- Ahora…- Aclaré la voz.- Ahora ya sabes porque no como.
- ¿Quieres que hablemos de esto?
Eso era lo que me gustaba de Kristen, no me atosigaba, si yo
no quería hablar de eso, no hablaríamos, pero esta vez, le debía una
explicación.
- Pregúntame lo que quieras.- Respondí.
- ¿Desde cuándo llevas haciendo esto?
- Hará seis o siete meses que comencé.
- ¿Por qué lo haces? ¿Tiene que ver con mamá o papá?
- ¿Mamá? ¿Papá? No. Para nada. ¿Por qué lo preguntas?- Me
sorprendí.
- Nada, cosas mías. Pero, ¿por qué lo haces?
- El novio que tenía, Troy, pues…- Empecé a contarle todo y,
lógicamente, no pude contener las lágrimas.
- ¿Por qué no le contaste nada de esto a papá y mamá?
- ¿Para qué? Nunca están en casa y cuando están me ignoran.
Seguro que no me echan en falta ahora que me he ido.
- No digas eso, Alexa.
- Es la verdad.
- Mira, no sabía nada de esto, pero ahora que ya lo sé, te
puedes quedar el tiempo que haga falta aquí. Esta será tu nueva vida. Ya no
está Troy, no tienes porque preocuparte y respecto a lo de la bulimia, vas a
dejar de hacerlo, ¿sí? Sé que no es fácil, pero te ayudaré en lo que haga
falta.
- Gracias, Kristen.- Sequé una lágrima que aun permanecía en
mi ojo derecho y la abracé.
- Ahora que sé esto, supongo que tú también querrás saber
porque me fui de casa, ¿no?
- Te fuiste y nos abandonaste.- Dije con un hilo de voz.-
Eso fue lo que me contó mamá.
- Yo nunca te habría abandonado Alexa, eso es mentira.
- ¿Entonces…?- Me quedé confusa.
- A tu edad, yo… comencé a tontear con las drogas y papá y
mamá se enteraron. Les dije que las dejaría, pero, ellos no podían permitir
tener una hija que había probado cosas ilegales, y, bueno, además, tú eras la
pequeña, la favorita, yo les daba igual. No me quisieron dar otra oportunidad.
Un día, cuando volvía a casa después de pasar la tarde con Kate – su mejor
amiga – encontré mis maletas en la puerta. Tú no estabas, habías ido a pasar
unos días con la abuela. Llamé al timbre de casa, no entendía lo que ocurría.
Nadie abrió. Vi una nota en mi maleta, simplemente decía que no querían a una
drogadicta en casa y no tuve más remedio que irme, pasé unos días en casa de
Kate, pero luego supe que no podría quedarme allí toda la vida y bueno, me
hablaron bien de esta ciudad, y, como quería cambiar de aires pues vine.
No sabía que decir, nunca pensé que mi madre fuera capaz de
dejar a una de sus hijas en la calle, sin nada. Las madres no hacen eso, pero
la mía lo hizo.
Kristen me miraba para que dijese algo, pero seguía sin
saber que decir, hasta que se me pasó por la cabeza la pregunta más idiota que
se me podía ocurrir:
- Pero… ¿tú ya no tomas…
- No, no tomo drogas, las dejé.- Me interrumpió.-
Simplemente jodí mi vida por querer probar cosas nuevas.
Ahora fui yo la que la abrazó a ella, pues se estaba
debilitando por momentos y daba la impresión de que se iba a derrumbar cuando
menos lo esperase.
- Ahora nos tenemos la una a la otra.- Susurré.
[…]
Pasamos la tarde juntas, en el sofá, viendo la televisión e
intentando no pensar en nuestra ‘confesión’.
A la noche, me despedí de mi hermana y subí a mi habitación.
Cogí mi móvil, el cual había estado toda la tarde ahí. Vi
que tenía un mensaje de Brenda y lo leí:
‘En dos semanas estoy allí. Ya tengo los billetes.’
En mi rostro se formó una pequeña sonrisa y por mi mente
pasó un ‘Que pasen rápido estas dos semanas.’
------------------------------------------------------------
Siento haber tardado taaaaaaaanto en subir, pero no tenía
ordenador asdjadsfhkdjhfgdsg.
Bueno, en vez de un capítulo, esta vez, subí dos, para
‘compensar’.
Espero que os hayan gustado, y que me dejéis un siguiente
algo elaborado, por favor.
Y bueno, lo de siempre: Recomendadme por
favooooooooooooooooor.
En fin, gracias por leer<3