sábado, 30 de marzo de 2013

CAPÍTULO 8


CAPÍTULO 8

Ya era domingo, el fin de semana se me había pasado demasiado rápido. No quería volver a empezar la semana y menos aún, volver a la sala de castigos. Pero ahora, no debía pensar en eso, así no cambiaría nada, por lo tanto decidí ir, otra vez, a dar una vuelta. Quería conocer bien este lugar y que mejor forma que paseando.
Esta vez cogí una chaqueta, corría un viento fresco y no quería costiparme.
Salí de casa y me dirigí al lado opuesto del que había ido ayer. Tampoco había mucha gente, algunos chicos con motos y chicas acompañándolos.
Fui mirando cada una de las casas de alrededor, eran algo viejas y estaban bastante agrietadas, pero esta era la forma de vida de la gente de aquí y, ahora, yo formaba parte de esa gente.
Iba distraída, no prestaba atención a la gente, solo miraba el lugar, hasta que, sin querer, me choqué contra alguien.
- Uy, perdón.- Dije mientras me agachaba a ayudar al chico a recoger unos papeles que habían caído por mi culpa.
- No te preocupes.- Dijo a mi misma altura.
- Soy algo torpe, perdón.- Me volví a disculpar.
- No es nada, enserio. Simplemente chocamos.
Levanté la cabeza para poder darle los papeles y volver a disculparme de nuevo, pero, su sonrisa me impidió articular palabra. Me había dejado sin habla, era tan perfecta. Unos dientes blancos, labios rosados y carnosos que incitaban a besar.
- En fin, soy Marc, ¿y tú?- Volvió a mostrar sus blancos dientes, haciendo que yo me derritiese. Aunque ahora no era su sonrisa lo que más me llamaba la atención, sino, sus ojos. Eran oscuros, algo misteriosos, pero atractivos. Dejé de mirarlos, pues notaba una cierta perversión, pero, que a la vez, me atraía.
- Eh… Yo soy Alexandra, pero llámame Alexa.- Respondí intentando buscar un sitio al que mirar sin sentirme intimidada, quizás.
- Bonito nombre.
- Vaya, gracias.- Sonreí tímida.
No entendía porque me estaba comportando así, yo nunca fui una chica tímida, era bastante abierta en esto de conocer gente, pero este chico me hacía ser diferente. O quizás solo fuera el cambio de aires.
- ¿Vives muy lejos de aquí?- Preguntó mientras se levantaba.
- No, mi casa está relativamente cerca.- Imité su movimiento.
- Bueno, pues, me tengo que ir.
- Yo también.- Sonreí.
Seguidamente él me dio dos besos y pude oler su perfume, otra de las cosas que incitaban a besarlo, a parte de su sonrisa y sus oscuros ojos.
[…]
Continué andando, después de aquel, quizás, fortuito choque, llegué a casa.
Al entrar, me dirigí a la cocina, donde se encontraba Kristen.
- Venga, Alexa, siéntate, vamos a comer. He hecho verdura al horno, creo recordar que degustaba, ¿no?- Dijo mi hermana.
- Eh… Sí, sí que me gusta. Pero… No tengo hambre, luego si eso como.- Me volví e intenté salir de la cocina.
- No, Alexa. Siéntate y a comer.- Volvió a insistir mi hermana.
- De verdad, Kristen, no tengo hambre, más tarde si eso.
- No te lo vuelvo a repetir, Alexandra. Siéntate. Desde que viniste no te he visto comer ni una sola vez, siempre dices que no tienes hambre o que ya has comido. Así que, hoy, vas a comer conmigo.
No quería enfadarla más, por eso hice caso a su orden y me senté en la mesa.
Cogí el tenedor y comencé a remover la comida mirándola fijamente.
- Quieres comer y dejar de jugar con la comida.
Partí un trozo de patata, solté un suspiro y me lo llevé a la boca. Fui comiendo poco a poco, para intentar reprimir las ganas de vomitar.
- Ya he acabado.- Dije dejando el tenedor a un lado.
- No has comido a penas, hasta que no termines el plato no te mueves de aquí.
No sabía que hacer, tenía que dejar de comer, sabía que si comía algo más estaría tentando a mi estómago, y, lo peor: Kristen se enteraría de mi problema.
Volví a mirarla, sus ojos reflejaban desesperación y enfado, quería que me terminase la comida ya.
Pinché otro trozo de patata y lo miré,- que sea lo que Dios quiera- pensé. Lo eché en mi boca y fui masticando tranquilamente, pero cuando llegó el momento de tragarlo, mi estómago se negó.
Me levanté lo más rápido que pude y fui al baño de la planta baja, me arrodillé e hice lo que mejor sabía hacer; vomitar.
Mi hermana vino a los segundos de que yo entrara, ya que no había cerrado la puerta por falta de tiempo, me estaba viendo vomitar, bueno, provocándome los vómitos.
Escupí lo último que me quedaba y salió un poco de sangre, no me asusté, pues ya era normal para mí, era rutina.
Cerré la tapa del váter, me levanté y me senté en él. Comencé a llorar sin saber porque, supongo que me sentiría culpable o no sé.
Kristen que estaba apoyada en el marco de la puerta, se acercó y se arrodilló delante de mí, haciendo que nuestras miradas quedaran a la misma altura.
- No llores.- Susurró apartándome el pelo de la cara y secando mis lágrimas.- No estás sola.- A continuación me abrazó y me dio un dulce beso en la mejilla. Esto era lo que necesitaba, alguien que se preocupase por mí. Sé que soy una persona difícil de dejarme ayudar, pero, al fin y al cabo, también soy persona, también necesito dejarme ayudar.
- Venga, Alex, lávate la cara y sal cuando ya estés mejor.
Mi hermana salió del baño y yo hice caso a su comentario. Me lavé la cara y la boca para quitarme ese asqueroso sabor. Me miré al espejo, en verdad, me daba pena a mí misma. Todo lo que hacía, todo esto, era realmente patético, pero, aunque pensase eso, había un problema; no podía dejar de hacerlo.
Después de diez minutos echándome agua en la cara, salí.
Mi hermana se había sentado en el sofá y había puesto la televisión. Yo me senté a su lado y permanecimos calladas las dos, hasta que rompí el silencio:
- Ahora…- Aclaré la voz.- Ahora ya sabes porque no como.
- ¿Quieres que hablemos de esto?
Eso era lo que me gustaba de Kristen, no me atosigaba, si yo no quería hablar de eso, no hablaríamos, pero esta vez, le debía una explicación.
- Pregúntame lo que quieras.- Respondí.
- ¿Desde cuándo llevas haciendo esto?
- Hará seis o siete meses que comencé.
- ¿Por qué lo haces? ¿Tiene que ver con mamá o papá?
- ¿Mamá? ¿Papá? No. Para nada. ¿Por qué lo preguntas?- Me sorprendí.
- Nada, cosas mías. Pero, ¿por qué lo haces?
- El novio que tenía, Troy, pues…- Empecé a contarle todo y, lógicamente, no pude contener las lágrimas.
- ¿Por qué no le contaste nada de esto a papá y mamá?
- ¿Para qué? Nunca están en casa y cuando están me ignoran. Seguro que no me echan en falta ahora que me he ido.
- No digas eso, Alexa.
- Es la verdad.
- Mira, no sabía nada de esto, pero ahora que ya lo sé, te puedes quedar el tiempo que haga falta aquí. Esta será tu nueva vida. Ya no está Troy, no tienes porque preocuparte y respecto a lo de la bulimia, vas a dejar de hacerlo, ¿sí? Sé que no es fácil, pero te ayudaré en lo que haga falta.
- Gracias, Kristen.- Sequé una lágrima que aun permanecía en mi ojo derecho y la abracé.
- Ahora que sé esto, supongo que tú también querrás saber porque me fui de casa, ¿no?
- Te fuiste y nos abandonaste.- Dije con un hilo de voz.- Eso fue lo que me contó mamá.
- Yo nunca te habría abandonado Alexa, eso es mentira.
- ¿Entonces…?- Me quedé confusa.
- A tu edad, yo… comencé a tontear con las drogas y papá y mamá se enteraron. Les dije que las dejaría, pero, ellos no podían permitir tener una hija que había probado cosas ilegales, y, bueno, además, tú eras la pequeña, la favorita, yo les daba igual. No me quisieron dar otra oportunidad. Un día, cuando volvía a casa después de pasar la tarde con Kate – su mejor amiga – encontré mis maletas en la puerta. Tú no estabas, habías ido a pasar unos días con la abuela. Llamé al timbre de casa, no entendía lo que ocurría. Nadie abrió. Vi una nota en mi maleta, simplemente decía que no querían a una drogadicta en casa y no tuve más remedio que irme, pasé unos días en casa de Kate, pero luego supe que no podría quedarme allí toda la vida y bueno, me hablaron bien de esta ciudad, y, como quería cambiar de aires pues vine.
No sabía que decir, nunca pensé que mi madre fuera capaz de dejar a una de sus hijas en la calle, sin nada. Las madres no hacen eso, pero la mía lo hizo.
Kristen me miraba para que dijese algo, pero seguía sin saber que decir, hasta que se me pasó por la cabeza la pregunta más idiota que se me podía ocurrir:
- Pero… ¿tú ya no tomas…
- No, no tomo drogas, las dejé.- Me interrumpió.- Simplemente jodí mi vida por querer probar cosas nuevas.
Ahora fui yo la que la abrazó a ella, pues se estaba debilitando por momentos y daba la impresión de que se iba a derrumbar cuando menos lo esperase.
- Ahora nos tenemos la una a la otra.- Susurré.
[…]
Pasamos la tarde juntas, en el sofá, viendo la televisión e intentando no pensar en nuestra ‘confesión’.
A la noche, me despedí de mi hermana y subí a mi habitación.
Cogí mi móvil, el cual había estado toda la tarde ahí. Vi que tenía un mensaje de Brenda y lo leí:
‘En dos semanas estoy allí. Ya tengo los billetes.’
En mi rostro se formó una pequeña sonrisa y por mi mente pasó un ‘Que pasen rápido estas dos semanas.’
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Siento haber tardado taaaaaaaanto en subir, pero no tenía ordenador asdjadsfhkdjhfgdsg.
Bueno, en vez de un capítulo, esta vez, subí dos, para ‘compensar’.
Espero que os hayan gustado, y que me dejéis un siguiente algo elaborado, por favor.
Y bueno, lo de siempre: Recomendadme por favooooooooooooooooor.
En fin, gracias por leer<3

CAPÍTULO 7


CAPÍTULO 7

Por fin era sábado. Esta semana se me hizo algo larga. Todos los día quedándome castigada una hora más y lo peor era que tendría que seguir haciéndolo durante lo que quedaba de mes. Lo que me extrañó fue ayer, es decir, el viernes, Justin me dijo que me vería en la sala de castigos, pero, no apareció. La verdad es que me daba igual lo que hiciese ese niñato. Era guapo y tenía una preciosa sonrisa, pero se lo tenía muy creído y eso yo no lo puedo aguantar en nadie, por eso cuanto menos hablase con él mejor, ya que solo hacía más que sacarme de quicio con su prepotencia y chulería.
Entré al baño y me lavé la cara, me vestí con unos simples vaqueros y un jersey y bajé a la planta baja. Miré por la casa y no había nadie, me extrañó, ya que Kristen no me avisó de que iba a salir. Cogí una hoja en blanco y un boli, escribí unas pocas palabras para que mi hermana supiera que había ido a dar una vuelta y lo pegué a la nevera.
Cogí mi móvil y las llaves y salí. Hacía un buen día, no hacía a penas frío y había un sol resplandeciente. Comencé a caminar sin sentido alguno. La zona por la que iba se encontraba vacia, es decir, no había gente. Pero, de repente, el sonido de una moto interrumpió la calma de ese lugar. Giré la cabeza, y, adivinad quién era; Bieber.
Comencé a acelerar el paso, no quería hablar con él, como ya le dije el otro día: la gente como él me da asco.
Cada vez intentaba ir más apresurada pero continuaba oyendo el sonido del motor de la moto y cada instante más cerca de mí. Al final, mi intento de irme y pasar desapercibida fracasó. Acabó por alcanzarme.
- ¿Qué quieres ahora, Justin?
- Sube a la moto.- Sonrió.
- No.
- Sube, venga, no pasa nada.
- He dicho que no.
- ¿Qué pasa? ¿Qué las niñas de papá como tú tienen miedo a las motos? ¿O quizás a los chicos que montan en ellas?- Rió.
No podía aguantar que me dijesen eso, ‘niña de papá’, por lo tanto le miré desafiante y él sonrió pícaro, - no sabes a quien estás retando- pensé. Acto seguido subí a la moto y lo agarré de la cintura.
- A ver que sabes hacer, Drew.
- ¿Cómo me has llamado? – Giró la cabeza atrás y sonrió irónico.
- Drew.
- Vaya, pensaba ser bueno, pero veo que te gustan las emociones fuertes.
Después de esa frase, arrancó la moto de inmediato sin dejarme añadir ningún otro comentario.
A medida que pasaban los segundos la moto iba más rápido. El aire chocaba contra mi cara produciéndome algo de dolor por la fuerza con la que impactaba. Mi pelo, el cual antes de salir de casa iba recogido en una coleta, empezó a soltarse de la goma que lo sujetaba y así, hasta que quedó totalmente suelto, sin  ataduras, como me sentía yo en ese mismo instante. Puede que sintiese algo de miedo, iba demasiado rápido, pero no quería pensar en la velocidad, solamente en el hecho de que estaba libre, es decir, sin nadie a mi alrededor que me pudiese decir que así no es como se comporta una señorita o que se lo dirían a mis padres para que me enseñasen a tener algo de clase.
Cuando quise mirar por donde íbamos no supe reconocer el sitio donde nos encontrábamos, supongo que estaríamos ya lejos.
En ese instante Justin, volvió la cabeza atrás y me sonrió. Él continuaba queriendo retarme, lo notaba en su sonrisa, pero, mi reacción le sorprendió, ya que le susurré al oído ‘Más rápido, Bieber’. Y me hizo caso. Aceleró aún más, hasta que llegó un momento en el que paró. Estábamos en el mismo sitio donde, tiempo antes, él me había retado a subir en la moto. Bajé del vehículo, ya habían pasado dos horas desde que salí de casa. Todo había pasado tan rápido.
Justin bajó y se colocó enfrente de mí, apoyándose en la moto.
- ¿Ya te he convencido de que no soy una niña de papá?
- Más o menos.- sonrió.- Solo faltaría una cosa.
Me agarró de nuevo de la cintura y me puso lo más cerca de él posible. Noté como su mano derecha iba bajando hasta llegar a mi culo. Sus labios se posaron en mi cuello y prácticamente rozándome fueron subiendo hasta encontrar sus labios con los míos, pero sin tocarse.
- Para. Suéltame.- Susurré.
- Venga, Alexa, solo sería sexo, nada más. Si quieres no volvemos a hablar nunca más. Pero solo esta vez y te dejo en paz.
- No.- Me eché atrás apartándome de él.- No pienso acostarme contigo. No soy tan fría.
- Como quieras.- Rió.- Pero te advierto de que yo siempre consigo lo que quiero, cueste lo que cueste.
- Sueña cuanto quieras, Justin. Nunca me acostaré con alguien como tú.
- Eso lo dices ahora. Ya veremos dentro de unos meses.- Rió y a continuación subió en su moto y desapareció de mi vista.
Me volví a hacer la coleta que momentos antes se había soltado a causa de la velocidad a la que iba la moto. Comencé a caminar de vuelta a casa tranquilamente. Una vez ya había llegado, abrí la puerta y encontré a mi hermana.
- Hola, Kristen.- Saludé sonriente.
- Vaya, que feliz te veo.- Me dijo seria.
- Sí, bueno, feliz no, quizás alegre. ¿Pasa algo?
- No sé, eso me lo tendrás que explicar tú.
- ¿Cómo? No entiendo.
Mi hermana se dirigió a la cocina y yo fui tras ella.
- Mira, Alexa, te dije que te podrías quedar aquí durante un tiempo, pero siempre y cuando te portes bien.
- ¿De qué hablas, Kristen? No he hecho nada malo.
- Ah, ¿no? ¿Y qué hacías hoy, montada en una moto, sin casco y a una velocidad excesiva?
- ¿Cómo sabes eso?
- ¿Qué mas da? Contéstame a lo que te he preguntado.
- No pasó nada, Kristen. Iba caminando y pues me encontré a Justin y me dij…
- ¿Justin Bieber?- Me interrumpió.
- Sí, bueno…
- No me gusta que andes con esos chicos y menos con él, con Justin Bieber, no estás acostumbrada a su forma de vida.
- Joder, Kristen, ¿qué pasa? Solo subí en su moto, solo fue una vuelta tampoco fue para tanto.
- No, Alexa, no. Eres una chica de California, ellos son de un barrio de Canadá no muy bueno, que se diga y no debes de ir con ellos.
- Joder, estoy harta, tengo 17 años dentro de unos meses cumpliré los 18, ya soy mayor para saber lo que puedo o no puedo hacer. Y que yo sea de California y ellos sean de un barrio ‘peligroso’ de Canadá no implica nada. Pensé que tú no eras como papá y mamá, que no te importaban las clases sociales, pero ya veo que me equivoqué, que eres igual que ellos.- Al decir esto último tiré las llaves al suelo y subí rápidamente a mi habitación, dando un portazo.
Llamé desesperadamente a Brenda, pues necesitaba hablar con una persona que me entendiese.
· ¿Alexa?
· Hola, Brenda.
· Ahora mismo iba a llamarte, tenía ganas de hablar contigo.
· Yo también tenía ganas de hablar contigo. ¿Qué tal todo por allí?
· Pues bien, como siempre. ¿Y tú?
· Bueno, me está costando adaptarme y eso, pero vamos, que bien.
· Me alegro, Alex. Te prometo que cuando pase los pocos exámenes que me quedan voy a verte. Te echo de menos.
· Vale. Y yo a ti, Brenda. Por cierto, ¿qué tal con Eric?
· ¿Eric? Pues lo hemos dejado.
· Oh, vaya. Cuanto lo siento.
· Bah, da igual, me cansé de tener una relación tan larga. Ya encontraré a otro.
· Brenda, solo llevabais cuatro meses, eso no es una relación larga.- Reí.
· Para mi sí. Me agobiaba un poco.
· Vaya.- Volví a reír.
· Bueno, Alexa, me voy que tengo clases de piano. Hablamos luego. Y recuerda: en dos semanas o así estoy ahí. Te quiero.
· De acuerdo. Y yo a ti.
Después de colgar ya me sentía mucho mejor, sé que no le había contado nada de lo sucedido, pero con tan solo oír su voz me hacía sentir bien.
[…]
Seguía tumbada en mi cama, con el ordenador, sin bajar a la planta baja, cuando se abrió la puerta de mi habitación.
- ¿No piensas bajar o qué?- Me dijo Kristen mientras entraba por la puerta.
- ¿Para qué? ¿Para que me riñas como a una niña pequeña? Para eso prefiero quedarme aquí, en mi habitación.
- Alexa, debes entenderme.- dijo mientras se sentaba en mi cama.- Yo también soy muy joven, no sé como actuar en estos casos, pero no quiero que vayas con esa gente, no te traerán más que problemas.
- Lo sé, Kristen. Pero debes confiar en mí, yo no quiero relacionarme con esas personas, pero no sé que hacer, no conozco a nadie aquí.
- Hacemos un trato, ¿sí? Yo no te controlaré más ni nada si tú prometes no ir con gente como Justin.
- De acuerdo.- Sonreí.

                                       ***

domingo, 10 de marzo de 2013

CAPÍTULO 6 ‘Las apariencias engañan.’



CAPÍTULO 6 ‘Las apariencias engañan.’

Nuevo día, misma rutina.
Hoy me apetecía arreglarme, no sé, ir algo más guapa o más formal y no como siempre, con unos vaqueros y sudadera o camiseta. Por lo tanto me puse esto:

Lo sé, hacía frío, pero el instituto tenía la calefacción, por lo tanto allí dentro no tenía porque preocuparme del clima.
Agarré las llaves de mi coche, - ya que me lo han traído, iré en él.- pensé. Y así hice, salí fuera y monté en él. Aunque fuera invierno, me gustaba sentir el aire en la cara, me despejaba. Por lo tanto descapoté el auto y lo puse en marcha. Fui tranquila, no me gustaba correr en el coche, ya que hacía unos años Brenda y sus padres tuvieron un accidente con él. Cosa que creo que me afectó más a mí que a ella, pensar que se pudiera haber muerto, no podría soportarlo.
[…]
Llegué antes de hora al instituto, bajé del coche, pero, me quedé de pie junto a él.
La gente no dejaba de mirarme, no sé si porque mi coche era uno de los más caros, por no decir el que más, que se encontraba en ese recinto o por mi ropa. Pero fuese por el motivo que fuese no me gustaba nada que me mirasen continuamente, me intimidaba, prefería pasar desapercibida.
Por fin era hora de entrar y así hice, me dirigí al aula sin saludar a Sophie, no tenía ganas de hablar aquella mañana.
Con las clases, me fui despejando y ya comencé a ser algo más agradable con Sophie. En un cambio de clase, vino a mi mesa y se sentó a mi lado.
- Buenos días, Alexandra.- Me sonrió.
- Buenos días, Sophie.- Intenté parecer simpática.
- Vaya, hoy vas muy guapa.
- Ah, gracias.- Sonreí.- Pero tampoco es tanto, solo me arreglé un poco.- Concluí.
- Vaya que no, Drew no te quita ojo.
- ¿Quién?- Pregunté confusa.
- Drew, es decir Justin Bieber. Drew es su segundo nombre.
- Oh, no lo sabía.
- Sí, bueno, no le gusta que le llamen así.
- Ah.
- Pero bueno, que a Bieber se le van a salir los ojos mirándote.
Miré hacia el lado donde se encontraban él y sus amigos. Sí, puede que me estuviera mirando, pero, Sophie lo exageró un poco.
- Tampoco es para tanto, Sophie. Quizás simplemente esté mirando hacia aquí.
- No creo. Ya te dije que a Justin le gusta acostarse con todas las que están buenas. Y tú lo estás. No caigas en sus trampas.
- No lo haré, tranquila.
- Bueno, eso es lo que decíamos todas.
El siguiente profesor entró ya a clase y Sophie se fue a su sitio.
Estuve pensando en lo que me dijo Sophie y también en que los anteriores días me había hablado bastante de Justin sin ni siquiera preguntarle. No la conocía mucho, pero parecía algo obsesionada con él, quizás, simplemente fuera una impresión mía y lo único que quería era informarme para que no me pasase como a ella y a otras muchas chicas más.
[…]
El día se me pasó volando, cosa que me gustaba.
Cuando tocó el timbre para ya poder salir e irnos a casa, Sophie se volvió a acercar a mí.
- ¿Nos vamos? Hoy tengo que ir por tu dirección.- Me dijo sonriente.
- No puedo, Sophie, estoy castigada una hora más. ¿Recuerdas?
- Ah, es verdad, no me acordaba. Pues entonces, ¿nos vemos mañana?
- Claro.- Sonreí.
Agarré mis cosas y salí de clase, tenía que buscar el aula donde me había citado Sr. Parker.
Después de dar vueltas como una idiota por todo el instituto, encontré la clase. Abrí la puerta y pasé. El profesor me hizo un gesto para que tomara asiento en un pupitre y así hice. Me senté en una silla y observé la clase, había más gente de la que me imaginaba.
Saqué unos libros para estudiar durante esa hora. Mientras intentaba estudiar los demás chicos que había en la clase comenzaron a tirarme bolas de papel y gomas. Se ve que se aburrían y por las pintas los estudios no eran su punto fuerte.
- ¿Queréis parar?- Rechisté en voz baja.
Ignoraron mi comentario y continuaron lanzando papeles. El profesor no se daba cuanta de nada o pasaba de nosotros, no sé.
Hubo un momento en el que me lanzaron un lápiz a la cara y me harté, no iba a consentir que me hiciesen lo que les diera la gana.
Me levanté de la silla algo cabreada y me volví hacia ellos.
- Que os estéis quietos de una maldita vez, ¿qué no entendéis?
Ellos volvieron a reír y continuaron ignorándome. Pero, esta vez, el profesor si que se dio cuenta de lo que pasaba, bueno, no del todo.
- Señorita Crown, ¿quien le ha dado permiso para levantarse? Y más aún, ¿para faltar al respeto así a sus compañeros?
- Señor Parker, yo no hice nada, yo estaba est…
- ¡No! – Me interrumpió.- Estará castigada durante una semana más, a ver si aprende a comportarse.´
- Pero, señor Parker, le vuelvo a repetir que yo no hice nada.
- ¿Encima me rechista? Pues se quedará usted castigada durante todo este mes.
Decidí dejar de discutir, sería peor, por lo tanto me senté en mi silla y continué estudiando. Podía oír como los otros, los que por su culpa estoy castigada, seguían riendo.
La hora de castigo acabó, por fin, pero ahora en adelante tendría que venir aquí día tras día durante lo que quedaba de mes, - que asco- pensé.
Salí del aula y me dirigí hacia la puerta. Fui caminando hasta llegar a mi coche. Me paré y busqué las llaves, cuando me giré para ya montar en el auto, lo encontré a él montado en mi coche.
- ¿Qué haces aquí, Justin?
Estaba en el asiento del piloto sentado y mirándome.
- Tienes un buen coche, algo pijo pero bueno, ya sabemos como eres.
Ignoré su comentario del final, había tenido un mal día y no quería rematarlo con otra discusión.
- Justin, baja de mi coche, estoy cansada y quiero irme a mi casa.
- Ah, es verdad, te castigaron por lo de la nota de ‘Sé tu secreto’.
- Si, bueno…- dejé de hablar un momento. ¿Cómo sabía él lo que ponía en la nota? Yo no se lo había dicho a nadie.- Espera un momento, fuiste tú. Tú fuiste quien me la lanzó.
- Vaya, - rió- eres más lista de lo que pensaba. Deberías haber visto la cara que se te quedó al leerla.- Volvió a reír.
- No me hace gracia, Bieber. ¿Qué secreto se supone que sabes?
- Ay… Crown. – Bajó del coche, se apoyó en él, me agarró de la cintura y me aproximó hacia él.- No sé ningún secreto tuyo, solo lo hice para ver la cara que se te quedaba. Pero por lo que he visto, si que escondes algún secreto. Venga, Alexa, cuéntamelo.- Sonrió pícaro.
- Lo primero, suéltame, ¿si? Y segundo, eres un completo imbécil. Déjame, ¿vale? Te conozco poco, pero ya me das asco.
- Oh. – continuó sonriendo- Alexa, si estás enfadada por lo que dije de que no me acostaría contigo, que conste, que lo he pensado mejor y que probablemente si que lo haría, estás bastante buena.- Rió próximo a mi boca.
- Para. – lo aparté de mí- Apártate de mi coche y vete. Dais asco la gente como tú.
- Como quieras. Ya me buscarás.- Se fue alejando de mí.- Por cierto, te veo mañana en el aula de castigo.- Sonrió.
¿Cómo que me veía mañana en el aula de castigo? Pero, si él no estaba castigado… En fin, dejé de pensar en lo que dijo, - cuanto menos caso le hagas, mejor.- pensé.
Monté en mi coche y arranqué. Cuando ya pensé que podía irme a mi casa tranquila a descansar, otra persona se acercó a mí. Era esa tal Nicole. La chica con la que Justin se acostaba, según me dijo Sophie. Quería irme, no quería hablar con ella. ¿Y si nos vio hablando y se puso celosa? ¿O se enfadó?
Se acercó a mi coche por el lado del copiloto y me hizo un gesto preguntándome si podía sentarse en el asiento del coche. Yo asentí con la cabeza.
- Tú debes de ser Alexandra, la nueva, ¿no? – Me dijo.
- Sí.- Aclaré la voz.
- Yo soy Nicole.
- Encantada.
- Te he visto hablar con Justin.
- Eh, si.- Respondí confusa.
- Mira, Justin y yo nos vemos y tal, pero no es nada serio, me da igual con quien vaya él. En verdad es un capullo, solo que le gusta el sexo sin complicaciones, como a mí, por eso me acuesto con él. Pero bueno, eso no era de lo que te quería avisar.
- ¿Cómo que avisar?
- Llevo en la misma clase que Sophie y que Justin durante quince años, los conozco bastante y solo quiero advertirte de dos cosa. La primera: será mejor que te alejes de Justin, lo digo por tu bien, eres un chica de otro mundo, se podría decir, él no hará más que traerte problemas y complicaciones. Y la segunda: bueno, esta advertencia de la digo por si no haces caso a la primera que te dije, si decides tener algo con Justin, aunque sea solo tontear, ten cuidado con Sophie. No es tan dulce como parece. Las apariencias engañan, Alexa.
- No te entiendo, ¿qué quieres decir con lo de ‘las apariencias engañan’?
- Mira, solo te digo que Sophie no es como parece ser y menos con lo relacionado con Bieber, así que ten cuidado.
- Pero…
- Alexa, tú solo hazme caso. Lo hago por tú bien. Y ahora me voy, no quiero que me vean más tiempo en el coche de una chica de clase alta.
Abrió la puerta, salió y se fue.
¿Qué quiso decirme con todo eso? No la entendía. Si Sophie parece una chica encantadora, - quizás solo te esté mintiendo para fastidiarte.- pensé.

                                   ***
Bueno, pues subí hoy capítulo ya que no creo que esta semana pueda subir. Por lo tanto espero que os haya gustado y eso:33
Y, ya sabéis, espero vuestro siguiente algo extenso.
Por cierto, acodaros de etiquetaros en la foto de la novela.
¡Ah! ¿Me podéis recomendar, por favor?
Bueno, que ya me callo, os quiero<3

sábado, 2 de marzo de 2013

CAPÍTULO 5 ‘Secretos’


CAPÍTULO 5 ‘Secretos’

Intenté ignorar la pregunta que me había hecho mi hermana, pero ella volvió a insistir.
- Eh, Alexa, ¿me piensas responder?
- Eh, pues, nada, a una chica que iba conmigo al instituto de California, que no le puedo contar una cosa porque se pondría histérica.
- Ah, de acuerdo. ¿Has cenado ya?
- Sí, me hice un sándwich.- Mentí.
- Bueno, pues yo voy a acostarme ya, que estoy cansada. Y tú, no te duermas tarde, que mañana tienes que madrugar.
- Vale. Buenas noches, te quiero.- Le di un beso en la mejilla.
- Y yo a ti. – Sonrió.- Hasta mañana.
Salió por la puerta y me dejó a solas.
Eran casi las once, estaba cansada del primer día y me apetecía dormir, por lo tanto me puse el pijama y me acosté en la cama.

{Al día siguiente}

Me desperté nada más sonar el despertador. Hice como cada mañana, cogí algo de comida, fui al baño y vomité, era mi rutina. Después me puse la ropa de gimnasia, cosa que odiaba, prefería ir con vestido, falda, vaqueros, shorts, lo que fuera menos ropa de gimnasia. A diferencia de mi hermana, yo odiaba el deporte, Kristen desde pequeña adoraba jugar al fútbol o al básquet o montar en bici, pero casi nunca podía hacerlo, en California, la parte rica o pija, es decir, donde yo vivía, no estaba bien visto que una chica hiciera deporte, a no ser que fuera hípica. Allí era como hace décadas, los chicos estaban, les gustase o no, en el equipo de fútbol del instituto y las chicas debían ser animadoras. Kris y yo odiábamos ser animadoras, pensábamos que era demasiado superficial, porque además de ser chica, debías, por así decirlo, estar buena para entrar.
Cuando quise darme cuenta, eran las ocho menos diez, si no me daba prisa llegaría tarde, por lo tanto cogí mi mochila, ya con todos los libros, y mi chaqueta. Salí lo más rápido que pude para llegar a tiempo. Una vez en la puerta, miré la hora, aún no eran las ocho, menos mal, no llegaba tarde.
Entré al aula para dar la primera clase; literatura. Esa asignatura me gustaba, adoraba leer y los idiomas, por esa razón me fui por letras, aunque también me gustaban las matemáticas o química.
Me senté en una mesa situada en la segunda fila y esperé a que viniese el profesor.
Una vez ya comenzada la clase, alguien me lanzó una bola de papel, la cual me dio en la espalda y cayó al suelo. Me agaché a recogerla y la abrí:

Sé tu secreto.

Decía aquella nota.
Me asusté un poco, ¿quién iba a saber que era bulímica?, no se había enterado ni mi hermana ni mi madre, ¿cómo lo iba a saber una persona que solo me conocía desde hace a penas un día?
Después de haberla leído, la volví a arrugar y la mantuve en mi puño. Giré la cabeza a atrás e intenté saber quien había sido el gracioso que me la había lanzado. Pero, cuando volví a girar la cabeza adelante, me encontré con el Sr. Parker, el profesor de literatura.
- Por favor, señorita Crown, ¿quiere mostrarme el papel que tiene en la mano?
- Eh… No es nada, no se preocupe.
- Muéstremelo.- Volvió a insistir.
- No.- Susurré cabizbaja.
- ¿Con que no, eh? Pues nada, la espero mañana después de su última clase en mi departamento.
- De acuerdo.- Asentí.
Aquello de que me castigara me había sentado bastante mal, pues yo no había hecho nada malo y ahora tendría que cargar con las culpas.
La clase pasó rápida, más bien la mañana pasó rápida.
Antes de la última clase tenía veinte minutos de descanso, por lo tanto fui a la cafetería y allí estaba Sophie, esperándome sentada en una mesa.
- Hola.- Tomé asiento y sonreí.
- Hola.- Me devolvió la sonrisa.- Me he enterado que te han castigado.
- Si, mañana, en fin…- Agaché la cabeza.
- Oye, no te preocupes, aquí que te castiguen no es nada malo, es decir, a todos nos han castigado más de una vez.
- Ya, bueno, da igual.
Levanté la mirada y la dirigí hacia donde se encontraban ese tal Justin y alguno de sus amigos.
- ¿Pasa algo? No dejas de mirarlo.- Me preguntó Sophie.
- No, nada, solo tenía la mirada perdida.
- Ah.
En verdad, no tenía la mirada perdida, lo estaba mirando a propósito, bueno, más que mirándolo, inspeccionándolo o no sé.
No dejaba de reír, todos los chicos se acercaban y chocaban la mano con él, cosa que demostraba su popularidad. Después todas las chicas estaban a su alrededor, poniendo ojitos o jugando con su pelo. Él continuaba sonriendo, tenía una bonita sonrisa. De repente, cuando menos lo esperaba, desvió su mirada hacia mí y permaneció serio. Estuvo un rato mirándome, intentaba intimidarme con su mirada, cosa que no conseguía. No entendía porque me miraba tanto, por eso arqueé una ceja como gesto de confusión. Él sonrió y esa mirada intimidante pasó a ser una mirada traviesa. Yo no respondí a su forma de actuar, continué algo perpleja, a lo que él contestó con un guiño de ojo. Pero, alguien se puso delante de Justin e interrumpió nuestra ‘conversación’ no verbal.
Dejé de mirarlo y miré mi reloj, faltaban cinco minutos para la siguiente clase, por lo tanto cogí mis cosas, me despedí de Sophie y comencé a andar hacia la puerta de salida.
- ¡Eh! ¡Tú! ¡Ven!
Alguien comenzó a gritar eso cuando pasé por delante de la mesa de Bieber. Ignoré esos gritos y seguí caminando.
- ¡Eh! Alexandra o como te llames, ven.
Volví mi mirada atrás y me hicieron un gesto para que me acercara a ellos.
- ¿Qué queréis? – Contesté fría.
En la mesa se encontraban cinco chicos, entre ellos Justin, el cual estaba sentado en una silla y con los pies encima de la mesa. Detrás de ellos, había varias chicas.
Ninguno de los que estaban ahí me quitaba ojo, los chicos creo que me miraban el culo, las chicas me miraban con asco y bueno, Justin me miraba pícaro como antes ya había hecho.
- ¿Por qué no te sientas con nosotros?- Dijo uno de los chicos riendo, uno moreno y bastante musculoso.
- No, gracias, prefiero irme.
- ¿Por qué? – Volvió a insistir.
- ¿Es que no lo ves? Es una niñata pija de California, le dará miedo que sus queridos papis o sus amiguitos pijos vean que se junta con chicos de barrio.- Contestó una de las chicas cuando yo ya me iba.
Odiaba que me llamaran pija o niña de papá o algo por el estilo, yo no quería haber nacido en esta vida, aunque a simple vista parezca una vida fácil y cómoda, en verdad no lo era tanto, porque no sabías si la gente que te rodeaba estaba contigo por tu popularidad y dinero o porque te querían de verdad.
Después de ese breve pensamiento me volví otra vez hacia ellos.
- Pues mira sí, puede que esta pija de California no quiera sentarse con vosotros, pero no por miedo ni nada de eso, sino porque dais pena, vosotras estáis aquí para ver si alguno de estos, – señalé a los chicos – acostándoos con ellos, os hacen algo de caso, es patético y no quisiera ser como vosotras.
- ¿Y tú qué? Que te ha faltado tiempo para ir a zorrear a Bieber. – Volvió a contestar la rubia.
- ¿Perdón? No soy tan guarra, bonita.
- Vas de niña buena, pero seguro que eres más puta que las de aquí. – Me contestó. Y ahora se dirigió a Justin.- Dime, Bieber, ¿te la chupó ya?
- ¿Qué dices maldita zorra? – Intervine gritando.
- Cállate, hablo con él. Venga, Bieber, contesta.
Todos dirigimos nuestras miradas hacia Justin y esperamos a que contestara. Se sentó bien y rió.
- Por favor, Lilly, me gusta el sexo, pero no tanto como para follar con una pija, aún tengo mi dignidad.- Ante ese comentario todos rieron.
- Lo sé, soy mucha mujer para ti, y tranquilo, que yo tampoco me acostaría con alguien como tú, no me rebajo a vuestro nivel, tengo algo de clase. – Después de contestarle, sonreí irónica y continué caminando.
¿Cómo se puede ser tan extremadamente prepotente? ¿Me gusta el sexo, pero no tanto como para follar con una pija, aún tengo mi dignidad? ¿Qué gilipollez es esa? Sabía que no debía hacer caso a los comentarios de eso idiotas, pero eso me había sentado mal, ¿qué tengo de malo? De repente miré mi cuerpo reflejado en un cristal y lo supe, estaba gorda, por aquella razón dijo ese comentario.
[…]
Por fin había acabado ese día tan nefasto. Tenía ganas de llegar a casa y no hacer nada. Y así fue, salí de la última clase y me fui directa a casa. Cuando llegué había una grúa aparcada en la puerta y dos hombres. Pregunté que hacían allí y me alegró su respuesta: traían mi coche de California. Ahora ya podía ir al instituto en coche y no andando.
Firmé unos papeles a aquellos señores, los cuales me dieron las llaves del coche y se fueron.
Abrí la puerta de casa y entré. Tiré mi mochila a un lado y me tumbé en el sofá.
Me quedé dormida y a las dos horas desperté. Subí a mi habitación y comencé a hacer la tarea que nos habían mandado. Más tarde me duché y me puse ropa algo más cómoda. Miré el reloj, ya eran las diez y mi hermana aún no había aparecido. Bajé a la primera planta y la puerta principal se abrió, era Kristen.
- Hola, Alexa.- Me saludó mientras entraba por la puerta.
- Hola, Kristen.- Sonreí y seguidamente le di un beso en la mejilla.
- Vamos a la cocina, tengo hambre.- Rió.
Entramos en la cocina, yo me senté en una silla y ella se preparó un sándwich e hizo lo mismo.
- ¿Cenaste ya?
- Sí, ya cené.- Volví a mentir.
- Alexa, cada día te veo más delgada…
‘Pues yo cada día me veo más gorda’, pensé.
- ¿Seguro qué estás comiendo y cenando bien? – Me preguntó.
- Sí, no te preocupes.
Notó como algo raro pasaba en mí, sabía que no le estaba contando toda la verdad, pero, a mi favor, mi hermana no era de esas hermanas o madres que te hacen un ‘interrogatorio’ hasta saber que te pasa.
- Bueno, como quieras.- Me cogió de la mano.- Pero sabes que si ocurre algo puedes contármelo, no pasará nada.
- Lo sé.- Sonreí.- Esto… Kristen, ¿te puedo preguntar algo?
Ella asintió mientras bebía agua.
- ¿Por qué llegas tan tarde a casa? Es decir, me dijiste que llegarías sobre las ocho o así y estos días has llegado a más de las diez.
- Eh… Sí, bueno, cosas del trabajo.
- Ah, ¿y en qué trabajas si se puede saber?
- Pues…- Comenzó a ponerse algo nerviosa.- En una empresa, ya sabes, una oficina, papeleo y todo eso.
- Ah, vale.- Miré mi reloj.- Bueno, Kris, me voy a dormir, estoy algo cansada, hasta mañana.
- Buenas noches, Alex.
Subí a mi habitación y me tumbé en la cama. Sabía que mi hermana me estaba ocultando algo, no era muy buena mintiendo, al igual que yo. No me estaba diciendo toda la verdad y en parte, no me importaba, yo tenía mis secretos y ella los suyos, no había por que contarnos todo, cada una necesitaba su intimidad.

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 Pues a ver, que espero que os haya gustado y que me pidáis un siguiente elaborado, por favor.
Para la gente que lo lea desde el blog y no me tenga agregada a tuenti y quiera que la avise que me agregue a este: Destiny Bieber-Lovato.
Ale, os quiero<3