CAPÍTULO 9
Lunes de nuevo. Asco de fin de semanas, ¿por qué tenían que
pasar tan rápido?
Me levanté adormilada, al bajar a la cocina encontré a mi
hermana.
- ¿Qué haces levantada tan pronto?- Pregunté sorprendida.
- Tienes que desayunar algo.
- Oh, no. Kristen, sabes que no puedo.
- Tienes que hacerlo. Aunque sea tan solo una manzana.
Al final opté por hacerle caso. Una manzana tampoco era
mucho, ¿no?
Una vez ya había desayunado me vestí y pasé al baño.
- Por lo que más quieras no vomites, Alexa.- Dijo mi hermana
detrás de la puerta.
No quería decepcionarla, por eso, conseguí reprimir las
ganas de vomitar y, al final, conseguí no hacerlo. Pero, aún así, no me sentía
completamente bien. Tenía una extraña sensación en mi cuerpo. Pues desde hacía
seis meses mi rutina de cada mañana era vomitar, y, esta vez, había conseguido
no hacerlo. Sé que no es un gran logro, pero por algo se empieza.
Cogí mi coche y me dirigí al instituto. A primera hora me
tocaba tecnología. Aún no conocía al profesor de esta asignatura, pues la
semana pasada estuvo malo y no vino a las clases.
Entré en el aula donde me tocaba la clase, por suerte Justin
no estaba en esta clase conmigo. Pero, ¿a qué no adivináis quien estaba?
- ¿Marc?
- Oh, tú eres la chica que me tiro las cosas al suelo, ¿no?-
Dijo serio.
- Sí… Eh… Yo lo siento, fue sin querer.- Dije avergonzada.
- No importa, mujer.- Rió.- Tú eras Alexandra, ¿no?
- Sí.- Sonreí.
- Pues que casualidad que vayamos al mismo instituto.
- Y que lo digas.- Reí.- Bueno, yo me voy que el profesor
vendrá ahora mismo.
- Si quieres, puedes sentarte a mi lado.- Sonrió.
- Bueno, la verdad es que sería más agradable, ya que no
conozco a nadie de los que van a esta clase.
- Pues siéntese, señorita.- Reímos.
Marc era un chico simpático, estuvimos hablando mientras el
profesor daba clase y, la verdad, tenía algo distinto a los demás. Mientras
hablábamos me miraba a los ojos, no a otro más abajo como otros. Al decir eso,
se me vino a la mente Justin. ¿Por qué no había día que no pensase en él? No me
gustaba, me daba asco, por así decirlo. Pero aún así solía estar en mi cabeza.
Terminó la clase, se me pasó demasiado rápida y, por
desgracia, no tenía ninguna otra clase en la que Marc y yo coincidiésemos.
Mierda.
[…]
Fui a la cafetería. Me senté como de costumbre al lado de
Sophie. Quería preguntarle sobre lo que me dijo Nicole, pero, ¿y si Nicole
mentía y Sophie pensaba que no confiaba en ella? – Mejor estate callada,
Alexa.- pensé. Y así hice, estuve callada.
Miré a mi alrededor a ver si encontraba a Marc, pero no lo
veía por ningún lado.
- Si buscas a Bieber, está en una mesa al fondo.- Me dijo
Sophie.
- Oh, no. No lo busco a él.
Pero, al terminar de decir esa frase me giré a mirarlo. ¿Por
qué tuvo Sophie que nombrar a Justin? No me acordaba de él, y, ahora, gracias a
ella volvió a mi mente.
Estaba como siempre, con sus amigos, rodeado de chicas y con
esa sonrisa en la cara.
Se dio cuenta de que le estaba observando y él me miró. Aparté
la mirada de él y volví a mirar a Sophie.
- Yo me voy ya. Nos vemos en la próxima clase, Sophie.
Me levanté de la silla y comencé a andar. Iba distraída,
como de costumbre, y volví a chocar contra alguien.
- Vaya, veo que lo tuyo son los choques.- Rió.
Alcé la mirada, era él, Marc.
- Lo siento.- Reí.- Iba distraída, otra vez.
- No importa. ¿Qué clase tienes ahora?
- Historia, ¿y tú?
- Física. Que pena que no coincidamos, sonrió.
- Ya, bueno, aunque yo me tengo que quedar una hora más,
estoy castigada.
- ¿Enserio? Yo también.
- Vaya. Que malos somos.- Reí.
- Eso parece.- Sonrió.- Bueno, me voy. Te veo en la sala de
castigos.
Terminó la frase y se fue.
Bueno, Alexa, mira la parte buena; al menos ahora lo tienes
a él en la sala de castigos. No estás sola.
Ese pensamiento me hizo sonreír.
Tocó la campana, me dirigí a clase. Historia, en parte me
gustaba. Me parecía interesante conocer todo lo anterior a nosotros, pero esta
vez estaba impaciente porque se acabara y comenzara la hora de castigo.
Y mi petición se hizo realidad, la clase pasó rápido. Ahora
ya podía ir a la sala de castigos.
Fui directa hasta el aula donde era. Faltaban unos minutos
para que comenzase la hora de castigo, supongo que faltaría gente.
Entré y no, no podía ser. ¿Qué hacía él aquí? ¿Qué quería
incordiar más aún o qué?
Me dirigí a la mesa donde se encontraba y lo miré fijamente.
- ¿Qué coño haces tú aquí, Bieber?
- Estoy castigado, preciosa. Tú no eres la única mala aquí.-
Rió.
- ¿Por qué no te lo saltas? Eso fue lo que hiciste el otro
día.
- Lo sé. Pero he pensado que voy a ser bueno, es decir,
hasta que tú accedas al trato que te propuse.- Sonrió.
- Justin, te lo voy decir claro; nunca, jamás me acostaría
con alguien como tú.
- Ya, claro, como quieras pequeña.- Volvió a sonreír.
- Ag, me sacas de quicio.
- Accede al trato y te dejaré en paz.
- Que no, Justin, que no. ¿Por qué insistes? Puedes tener a
la que quieras de esas guarras, ¿por qué vas a por mí?
- No sé. Eres difícil, bueno eso es lo que quieres
aparentar. Y además eres una pija de California, quiero probar cosas nuevas. El
día que menos lo esperes tú estarás entre mis sábanas o yo entre las tuyas, lo
que prefieras.- Me guiñó un ojo.
- Dios mío, ¿cómo se puede ser tan sumamente imbécil?
- No, la pregunta es, ¿cómo se puede estar tan bueno?- Rió.
Entonces entró Marc.
- Hola, Alexa.
- Oh, hola.- Sonreí y seguidamente le di dos besos.
- Si molesto me voy a otro lado.
- Pues sí, majo, sí. Mejor vete a otra parte.- Contestó
Justin.
- No. Tranquilo, siéntate en un mesa, ahora voy.- Sonreí.- Y
tú,- dije señalando a Justin- te callas la boca y me dejas en paz, ¿sí?
- Vaya, prefieres antes a ese tío que a mí. Que irónico.-
Rió.
- Él al menos sabe tratar a las mujeres, no como otros.
- Oh, Alexa. Pues vayamos a mi casa, verás si sé o no tratar
a las mujeres.- Volvió a reír.
Suspiré y me di la vuelta. Si le seguía el juego sería yo la
que acabase enfadada y él, al fin y al cabo, acabaría divirtiéndose
Me senté al lado de Marc y el profesor entró por la puerta,-
¿cómo? ¿íbamos a ser solo en clase Marc, Justin y yo? Oh no.- pensé.
Y en efecto, fue un infierno de castigo, más de lo normal.
Marc y yo intentábamos hablar tranquilamente, pero él, Justin, no dejó de
incordiar. Que si nos tiraba bolas de papel, que si le dejábamos un bolígrafo.
En fin, no nos dejó tranquilos.
Acabó la hora de castigo y Justin me sonrió y se fue.
- ¿Quieres que te lleve a tu casa?- Se ofreció Marc.
¡ Oh si! Por fin, algo salía bien.
- Eh… Claro.- Sonreí.
Montamos en su coche y pusimos rumbo a mi casa. Una vez
llegamos me despedí de él. Pensé que ya había acabado todo, que ya había
llegado a mi destino y él si iría a su casa, pero no, no fue así.
- Esto… ¿Quieres que mañana pase a recogerte? Por la mañana,
es decir.- Sonrió tímido.
- Por supuesto.- Sonreí y salí del coche.
***
Siento el retraso, de verdad.
Sé que es un poco corto, pero intentaré recompensaros.
Gracias por leer. Os quiero<3