CAPÍTULO 10 ‘¿Nunca te cansarás de insistir?’
Abrí el armario y saqué unos pitillos negros y una camiseta
azul marina, mis converse azules y mi chaqueta negra a conjunto con los
pantalones. Entré al aseo y me cambié, pero, en el momento en el que me vi
reflejada al espejo, volví a verme gorda, como de costumbre. No pude evitarlo, tenía
que hacerlo. Me agaché, incliné mi cabeza hacia el retrete, dirigí mis dedos
índice y corazón hacia mi boca y, lo hice, volví a la rutina. Al terminar de
vomitar y lavarme los dientes, para, así, disimular el olor a vómito, salí del
baño, ya peinada y vestida, y encontré a mi hermana.
- ¿Qué has hecho Alexa?
- Lo siento, no pude evitarlo…- Contesté mirando al suelo.
- Me prometiste que no volverías a hacerlo, no lo has
cumplido.- Me dijo gritando.
- Lo siento, Kristen, de verdad. Pero no te pongas así, por
favor.
- No, es que como vuelvas a incumplirlo volverás con papá y
mamá.- Siguió con el mismo tono de voz de antes.
- Kristen, sabes que no me puedo contener…- Respondí ya algo
más agobiada.
- ¡Me da igual! Y no me contestes.
¿Qué le pasaba? ¿Por qué se había puesto tan agitada de
repente? ¿Y encima conmigo? La miré bien a los ojos y noté que los tenía muy
irritados, rojos e hinchados, ¿por qué? Ni idea, pero no era normal en Kristen,
además estaba demasiado nerviosa.
- Kristen… ¿Te pasa algo?- Pregunté insegura.
- ¿A mí? No, nada, simplemente que tengo una hermana que me
ignora y no me hace caso.- Su todo de voz seguía siendo muy elevado.
- Kristen, te estás pasando…- Dijo con mis ojos ya aguados.
- Solo digo la verdad.
Me estaba haciendo daño, así es que, cogí mi bandolera con
mis libros y la ropa de gimnasia, ya que hoy tenía, y salí corriendo de casa.
Una vez ya fuera, Marc me estaba esperando,- que pronto ha
llegado- pensé. Entonces miré mi reloj y no es que hubiese llegado pronto, sino
que, mientras yo discutía con mi hermana, el tiempo había volado.
Me sequé las lágrimas antes de subir al coche y luego me
dirigí a él. Monté y le di dos besos.
- Buenos días.- Dije intentando sonreír.
- Buenos días.- Sonrió.
Arrancó el coche y yo miré al frente. Una última lágrima
cayó por mi mejilla y, por desgracia, él la vio caer.
- ¿Estás llorando, Alexa?
Se me daba bien mentir, pero cuando estaba mal, como ahora,
me era imposible.
- Eh… No… Es que me llora este ojo.- Improvisé como pude,
aunque se notó que era una mentira y, encima, de las malas.
Por suerte, él se dio cuenta de que no iba a querer hablar
del tema y dejó de hablar.
Llegamos al instituto en poco tiempo, bajé del coche y le
agradecí que me hubiera traído, pero no dije nada más. Me despedí y pasé dentro
del recinto.
Sophie vino enseguida hacia mí.
- Vaya, hoy has venido con ese chico.- Comentó mientras
jugueteaba con su pelo.
- Sí, bueno, se ofreció a traerme.
- Entonces, entre Bieber y tú, ¿ya no hay nada?
Su pregunta me dejó confusa, ¿qué quería decir?
- Eh… Bueno, entre Justin y yo no hubo nunca nada, así que…
- Bueno, quizás por tu parte no hubiese nada, pero Justin
tenía intenciones de algo, se notaba demasiado.
¿Por qué siempre me sacaba el tema de Justin? No había día
que no me hablase de él y de mí. Al final Nicole acabaría por tener razón,
Sophie estaba más que obsesionada con ese chico.
- Pues no sé, Sophie. En fin, yo me voy a clase, no quiero
llegar tarde.
Me escabullí rápidamente, siento decirlo, pero Sophie en
ocasiones era demasiado pesada con este tema.
[…]
La mañana pasó como siempre, lenta. Aparte de odiar el
instituto, cuando ya empezaba mal el día, lo odiaba más aún.
Ahora, tan solo me quedaba gimnasia, y bueno, la hora de
castigo. Dichoso castigo.
Sonó el timbre y me dirigí al gimnasio, dejé mi bandolera y
pasé a los vestuarios a cambiarme. Me puse unas mallas negras y una sudadera
azul, también.
Salí y me estaba esperando toda la clase para dirigirnos a
la pista exterior. Una vez ya fuera, hacía sol, eso me gustaba, ya que me
alegraba el día, o algo así, verlo resplandeciente.
El profesor fue al gimnasio a por no sé que, la verdad es
que no le había prestado mucha atención a lo que había dicho durante estos
quince minutos escasos de clase. Miré a mi alrededor, y me sorprendí; estaba
Marc, con otra clase haciendo gimnasia. Que casualidad que tuviésemos a la
misma hora esta asignatura. Ahora mismo se encontraban corriendo alrededor de
la pista de atletismo, y, justo en el momento que Marc pasó por delante de mí, alzó
la mano en forma de saludo y me sonrió dulcemente. No pude resistirme y sonreí
algo tonta.
El profesor volvió e iniciamos la clase. Lo primero fue dar
diez vueltas alrededor de la pista, como calentamiento. Era la primera vez que
no me importaba correr, ahora podría hablar con Marc. Enseguida me coloqué al
lado del susodicho y sonreí.
- Hola.- Comencé diciendo.- Siento haber sido tan fría esta
mañana, no empecé bien el día.- Me disculpé.
- No importa, no siempre tenemos un buen día.- Respondió
amablemente.
Sonreí y continué el ritmo de carrera. Marc y yo continuamos
hablando era muy simpático y me hacía reír cosa que provocaba que me entrase
flato. Entonces, Justin, no sé porque, nos tuvo que interrumpir pegándole un
empujón a Marc y echándolo fuera de la pista.
- ¿Estás tonto? ¿Por qué has hecho eso?- Grité enfurecida.
- Deberías agradecérmelo, solo te defiendo, nena.- Sonrió
chulesco y me adelantó.
Cuando ya habíamos terminado de dar las diez vueltas, el
profesor nos mandó ejercicios para estirar los músculos.
Nos situamos en un lado de la pista dejando que la clase de
Marc pudiese continuar corriendo. Empecé a estirar y de pronto noté como
alguien daba una leve palmada en mi culo, me volví atrás y no había nadie, pero
de pronto vi a Justin y sus amigos mirándome y riendo. Terminamos estos
ejercicios y el Sr. Lewis, profesor de gimnasia, nos dividió en dos equipos,
pues íbamos a jugar un partido de fútbol. Odiaba tener que jugar al fútbol, se
me daba fatal, la única parte buena es que, hoy, no me había tocado en el
equipo de Bieber, menos mal.
Comenzamos el partido, se suponía que yo era defensa, así es
que me quedé en el área de nuestro campo y no hice nada. De pronto Justin se
acercó a mí y se situó en frente mía.
- ¿Qué haces aquí, idiota?- Pregunté molesta.
- Mi equipo me ha dicho que he de defenderte.- Respondió
risueño.
- ¿Y tú haces caso a la gente de tu equipo? Si no lo veo no
lo creo.- Reí irónica.
- Para mi esto también es un sufrimiento, eh.- Me miró y se
mordió el labio inferior.- Pero sé que te encanta que sea yo quien te
defienda.- Sonrió.
- Mira, mientras solo sea defenderme te dejaré pero como
intentes alguna otra cosa te enterarás Bieber.
- Me gusta cuando me llamas Bieber.- Me guiñó un ojo.
Siguió el partido y, como ya había imaginado, Justin no solo
me estaba defendiendo. No me dejaba en paz, no para de tocarme el culo, de morderse
el labio inferior y, finalmente, me susurraba cosas al oído. Cosas de las que
no me quise enterar, porque, seguramente, fuesen tonterías y no harían más que
ponerme nerviosa.
Acabó el partido, estaba demasiado acalorada y, por lo visto
Justin también. El rubio estaba sudando, se quitó la camiseta y, madre de Dios,
dejó a ver su perfectísimo torso. Sería un auténtico imbécil y un chulo, pero
de feo no tenía nada. Creí que ya nos podríamos ir a los vestuarios, pero
Justin tuvo que decir la última palabra. Se acercó a mí, rodeó mi cintura y me
susurró al oído:
- Si quieres,- sus labios fueron curvándose hasta formar una
pícara sonrisa- nos podemos duchar juntos.
Cuando terminó la frase le miré con algo de desprecio, pero
tampoco mucho, y, entonces, lo aparté de mí de un empujón.
Mientras volvía, ya sola, al gimnasio volví a encontrarme
con Marc.
- Por lo que he visto, el fútbol no es tu pasión.- Me dijo
riendo.
- No, ya ves que no. Nunca me ha gustado.- Reí con él.
Entonces, al mismo tiempo que reíamos, un balón de fútbol
impactó en la cara de Marc. Miré en dirección de donde había prevenido, y, como
no, había sido Justin. Estaba riéndose tranquilamente. Cuando me volví a girar
para preguntarle a Marc como estaba ya se había marchado, mierda.
Me dirigí al vestuario y me cambié. Ahora ya no iba sudada y
volvía a vestir con la misma ropa que me puse esta mañana.
Fui a la sala de castigos, de nuevo. Me senté en una mesa y
esperé a la demás gente que estaría castigada, ya que faltaban diez minutos
para que se cumpliese la hora de inicio.
Ya era la hora, y, no había entrado nadie más. Esta vez
estaba sola. No sabía si alegrarme o no por el hecho de que no hubiera ninguna
otra persona.
Al fin, después de una hora, salí del instituto. Mierda, hoy
no había traído el coche por el hecho de que Marc me trajese. Mi casa, mejor
dicho, la de mi hermana no estaba muy lejos, pero hoy no tenía ganas de andar. De
pronto, oí un motor. Un motor inconfundible. Miré atrás y era él, Bieber. ¿No
se cansaría de insistirme?
Al hacerme esa pregunta recordé lo del otro día.
[Flash-back]
- Que no, Justin, que no. ¿Por qué insistes? Puedes tener a
la que quieras de esas guarras, ¿por qué vas a por mí?
- No sé. Eres difícil, bueno eso es lo que quieres
aparentar. Y además eres una pija de California, quiero probar cosas nuevas. El
día que menos lo esperes tú estarás entre mis sábanas o yo entre las tuyas, lo
que prefieras.- Me guiñó un ojo.
[Fin del flash-back]
- ¿Te llevo a casa? Tú príncipe azul no te esperó.- Me dijo
parando a mi lado.
- No soy tonta, sé volver sola, eh.
- Venga, sube. No te haré nada, solo será un paseo.
- Que no.
Me volví y eché a andar en dirección a mi casa.
***
Siento muchííííííííísimo haber tardado en subir, enserio.
Espero que os haya gustado, jo y perdonadme, por fi.
En fiiiiiiiiin, lo único que os pido es que comentéis
extenso, es decir, que me digáis vuestra opinión del capítulo, de la novela en
general, si veis fallos que me los digáis y cosas así, es que cuando recibo
comentarios de esos me entra una motivación muy asadsadasf y escribo más
rápido.
Ale, gracias por leer, os quiero<3