CAPÍTULO 5 ‘Secretos’
Intenté ignorar la pregunta que me había hecho mi hermana, pero
ella volvió a insistir.
- Eh, Alexa, ¿me piensas responder?
- Eh, pues, nada, a una chica que iba conmigo al instituto
de California, que no le puedo contar una cosa porque se pondría histérica.
- Ah, de acuerdo. ¿Has cenado ya?
- Sí, me hice un sándwich.- Mentí.
- Bueno, pues yo voy a acostarme ya, que estoy cansada. Y
tú, no te duermas tarde, que mañana tienes que madrugar.
- Vale. Buenas noches, te quiero.- Le di un beso en la
mejilla.
- Y yo a ti. – Sonrió.- Hasta mañana.
Salió por la puerta y me dejó a solas.
Eran casi las once, estaba cansada del primer día y me
apetecía dormir, por lo tanto me puse el pijama y me acosté en la cama.
{Al día siguiente}
Me desperté nada más sonar el despertador. Hice como cada
mañana, cogí algo de comida, fui al baño y vomité, era mi rutina. Después me
puse la ropa de gimnasia, cosa que odiaba, prefería ir con vestido, falda,
vaqueros, shorts, lo que fuera menos ropa de gimnasia. A diferencia de mi
hermana, yo odiaba el deporte, Kristen desde pequeña adoraba jugar al fútbol o
al básquet o montar en bici, pero casi nunca podía hacerlo, en California, la
parte rica o pija, es decir, donde yo vivía, no estaba bien visto que una chica
hiciera deporte, a no ser que fuera hípica. Allí era como hace décadas, los
chicos estaban, les gustase o no, en el equipo de fútbol del instituto y las
chicas debían ser animadoras. Kris y yo odiábamos ser animadoras, pensábamos
que era demasiado superficial, porque además de ser chica, debías, por así
decirlo, estar buena para entrar.
Cuando quise darme cuenta, eran las ocho menos diez, si no
me daba prisa llegaría tarde, por lo tanto cogí mi mochila, ya con todos los
libros, y mi chaqueta. Salí lo más rápido que pude para llegar a tiempo. Una
vez en la puerta, miré la hora, aún no eran las ocho, menos mal, no llegaba
tarde.
Entré al aula para dar la primera clase; literatura. Esa
asignatura me gustaba, adoraba leer y los idiomas, por esa razón me fui por
letras, aunque también me gustaban las matemáticas o química.
Me senté en una mesa situada en la segunda fila y esperé a
que viniese el profesor.
Una vez ya comenzada la clase, alguien me lanzó una bola de
papel, la cual me dio en la espalda y cayó al suelo. Me agaché a recogerla y la
abrí:
Sé tu secreto.
Decía aquella nota.
Me asusté un poco, ¿quién iba a saber que era bulímica?, no
se había enterado ni mi hermana ni mi madre, ¿cómo lo iba a saber una persona
que solo me conocía desde hace a penas un día?
Después de haberla leído, la volví a arrugar y la mantuve en
mi puño. Giré la cabeza a atrás e intenté saber quien había sido el gracioso
que me la había lanzado. Pero, cuando volví a girar la cabeza adelante, me
encontré con el Sr. Parker, el profesor de literatura.
- Por favor, señorita Crown, ¿quiere mostrarme el papel que
tiene en la mano?
- Eh… No es nada, no se preocupe.
- Muéstremelo.- Volvió a insistir.
- No.- Susurré cabizbaja.
- ¿Con que no, eh? Pues nada, la espero mañana después de su
última clase en mi departamento.
- De acuerdo.- Asentí.
Aquello de que me castigara me había sentado bastante mal, pues
yo no había hecho nada malo y ahora tendría que cargar con las culpas.
La clase pasó rápida, más bien la mañana pasó rápida.
Antes de la última clase tenía veinte minutos de descanso,
por lo tanto fui a la cafetería y allí estaba Sophie, esperándome sentada en
una mesa.
- Hola.- Tomé asiento y sonreí.
- Hola.- Me devolvió la sonrisa.- Me he enterado que te han
castigado.
- Si, mañana, en fin…- Agaché la cabeza.
- Oye, no te preocupes, aquí que te castiguen no es nada
malo, es decir, a todos nos han castigado más de una vez.
- Ya, bueno, da igual.
Levanté la mirada y la dirigí hacia donde se encontraban ese
tal Justin y alguno de sus amigos.
- ¿Pasa algo? No dejas de mirarlo.- Me preguntó Sophie.
- No, nada, solo tenía la mirada perdida.
- Ah.
En verdad, no tenía la mirada perdida, lo estaba mirando a
propósito, bueno, más que mirándolo, inspeccionándolo o no sé.
No dejaba de reír, todos los chicos se acercaban y chocaban
la mano con él, cosa que demostraba su popularidad. Después todas las chicas
estaban a su alrededor, poniendo ojitos o jugando con su pelo. Él continuaba
sonriendo, tenía una bonita sonrisa. De repente, cuando menos lo esperaba,
desvió su mirada hacia mí y permaneció serio. Estuvo un rato mirándome,
intentaba intimidarme con su mirada, cosa que no conseguía. No entendía porque
me miraba tanto, por eso arqueé una ceja como gesto de confusión. Él sonrió y
esa mirada intimidante pasó a ser una mirada traviesa. Yo no respondí a su
forma de actuar, continué algo perpleja, a lo que él contestó con un guiño de
ojo. Pero, alguien se puso delante de Justin e interrumpió nuestra
‘conversación’ no verbal.
Dejé de mirarlo y miré mi reloj, faltaban cinco minutos para
la siguiente clase, por lo tanto cogí mis cosas, me despedí de Sophie y comencé
a andar hacia la puerta de salida.
- ¡Eh! ¡Tú! ¡Ven!
Alguien comenzó a gritar eso cuando pasé por delante de la
mesa de Bieber. Ignoré esos gritos y seguí caminando.
- ¡Eh! Alexandra o como te llames, ven.
Volví mi mirada atrás y me hicieron un gesto para que me
acercara a ellos.
- ¿Qué queréis? – Contesté fría.
En la mesa se encontraban cinco chicos, entre ellos Justin,
el cual estaba sentado en una silla y con los pies encima de la mesa. Detrás de
ellos, había varias chicas.
Ninguno de los que estaban ahí me quitaba ojo, los chicos
creo que me miraban el culo, las chicas me miraban con asco y bueno, Justin me
miraba pícaro como antes ya había hecho.
- ¿Por qué no te sientas con nosotros?- Dijo uno de los
chicos riendo, uno moreno y bastante musculoso.
- No, gracias, prefiero irme.
- ¿Por qué? – Volvió a insistir.
- ¿Es que no lo ves? Es una niñata pija de California, le
dará miedo que sus queridos papis o sus amiguitos pijos vean que se junta con
chicos de barrio.- Contestó una de las chicas cuando yo ya me iba.
Odiaba que me llamaran pija o niña de papá o algo por el
estilo, yo no quería haber nacido en esta vida, aunque a simple vista parezca
una vida fácil y cómoda, en verdad no lo era tanto, porque no sabías si la
gente que te rodeaba estaba contigo por tu popularidad y dinero o porque te
querían de verdad.
Después de ese breve pensamiento me volví otra vez hacia
ellos.
- Pues mira sí, puede que esta pija de California no quiera
sentarse con vosotros, pero no por miedo ni nada de eso, sino porque dais pena,
vosotras estáis aquí para ver si alguno de estos, – señalé a los chicos –
acostándoos con ellos, os hacen algo de caso, es patético y no quisiera ser
como vosotras.
- ¿Y tú qué? Que te ha faltado tiempo para ir a zorrear a
Bieber. – Volvió a contestar la rubia.
- ¿Perdón? No soy tan guarra, bonita.
- Vas de niña buena, pero seguro que eres más puta que las
de aquí. – Me contestó. Y ahora se dirigió a Justin.- Dime, Bieber, ¿te la
chupó ya?
- ¿Qué dices maldita zorra? – Intervine gritando.
- Cállate, hablo con él. Venga, Bieber, contesta.
Todos dirigimos nuestras miradas hacia Justin y esperamos a
que contestara. Se sentó bien y rió.
- Por favor, Lilly, me gusta el sexo, pero no tanto como
para follar con una pija, aún tengo mi dignidad.- Ante ese comentario todos
rieron.
- Lo sé, soy mucha mujer para ti, y tranquilo, que yo
tampoco me acostaría con alguien como tú, no me rebajo a vuestro nivel, tengo
algo de clase. – Después de contestarle, sonreí irónica y continué caminando.
¿Cómo se puede ser tan extremadamente prepotente? ¿Me gusta
el sexo, pero no tanto como para follar con una pija, aún tengo mi dignidad?
¿Qué gilipollez es esa? Sabía que no debía hacer caso a los comentarios de eso
idiotas, pero eso me había sentado mal, ¿qué tengo de malo? De repente miré mi
cuerpo reflejado en un cristal y lo supe, estaba gorda, por aquella razón dijo
ese comentario.
[…]
Por fin había acabado ese día tan nefasto. Tenía ganas de
llegar a casa y no hacer nada. Y así fue, salí de la última clase y me fui directa
a casa. Cuando llegué había una grúa aparcada en la puerta y dos hombres.
Pregunté que hacían allí y me alegró su respuesta: traían mi coche de
California. Ahora ya podía ir al instituto en coche y no andando.
Firmé unos papeles a aquellos señores, los cuales me dieron
las llaves del coche y se fueron.
Abrí la puerta de casa y entré. Tiré mi mochila a un lado y
me tumbé en el sofá.
Me quedé dormida y a las dos horas desperté. Subí a mi
habitación y comencé a hacer la tarea que nos habían mandado. Más tarde me
duché y me puse ropa algo más cómoda. Miré el reloj, ya eran las diez y mi
hermana aún no había aparecido. Bajé a la primera planta y la puerta principal
se abrió, era Kristen.
- Hola, Alexa.- Me saludó mientras entraba por la puerta.
- Hola, Kristen.- Sonreí y seguidamente le di un beso en la
mejilla.
- Vamos a la cocina, tengo hambre.- Rió.
Entramos en la cocina, yo me senté en una silla y ella se
preparó un sándwich e hizo lo mismo.
- ¿Cenaste ya?
- Sí, ya cené.- Volví a mentir.
- Alexa, cada día te veo más delgada…
‘Pues yo cada día me veo más gorda’, pensé.
- ¿Seguro qué estás comiendo y cenando bien? – Me preguntó.
- Sí, no te preocupes.
Notó como algo raro pasaba en mí, sabía que no le estaba
contando toda la verdad, pero, a mi favor, mi hermana no era de esas hermanas o
madres que te hacen un ‘interrogatorio’ hasta saber que te pasa.
- Bueno, como quieras.- Me cogió de la mano.- Pero sabes que
si ocurre algo puedes contármelo, no pasará nada.
- Lo sé.- Sonreí.- Esto… Kristen, ¿te puedo preguntar algo?
Ella asintió mientras bebía agua.
- ¿Por qué llegas tan tarde a casa? Es decir, me dijiste que
llegarías sobre las ocho o así y estos días has llegado a más de las diez.
- Eh… Sí, bueno, cosas del trabajo.
- Ah, ¿y en qué trabajas si se puede saber?
- Pues…- Comenzó a ponerse algo nerviosa.- En una empresa,
ya sabes, una oficina, papeleo y todo eso.
- Ah, vale.- Miré mi reloj.- Bueno, Kris, me voy a dormir,
estoy algo cansada, hasta mañana.
- Buenas noches, Alex.
Subí a mi habitación y me tumbé en la cama. Sabía que mi
hermana me estaba ocultando algo, no era muy buena mintiendo, al igual que yo.
No me estaba diciendo toda la verdad y en parte, no me importaba, yo tenía mis
secretos y ella los suyos, no había por que contarnos todo, cada una necesitaba
su intimidad.
***
Me encanta , es la novela perfecta *--* graciias por subir, espero el siguiente^^
ResponderEliminarSIGUIENTE¡¡¡ es perfecta tu novela cielo *-*
ResponderEliminar